Pablo Dema se acuerda en detalle de la primera vez que vio el mar. También registró las reacciones y emociones de su hija el día que lo conoció, entonces eligió ese lugar de testigo para escribir Lía y el mar. “Es la síntesis de un tiempo y de mi rol de papá, es el resumen de un momento de plenitud”, confiesa sobre su primer libro para niños. Sin embargo, propone olvidar la distinción entre el público infantil y el adulto. “Son terrenos que se superponen. De joven se tiene una idea ambiciosa de lo que es ser escritor, y en ese imaginario, la literatura para chicos no es tan importante. Con el tiempo, y si uno está en contacto con ellos, surge el deseo de escribir sobre eso, porque la misma dinámica cotidiana te da el material. Más que crear algo, se trata de atender o plasmar lo que a uno le conmueve de las infancias”, cuenta el escritor cordobés.
Además, dice que para la formación de lectores son importantes “las escenas de lectura cotidianas”, ya sea cada uno con su libro, préstamos o devoluciones y, por supuesto, con quienes aún no saben leer. “El libro es un objeto muy poderoso para la socialización, lo afectivo y lo recreativo. Las personas empiezan como oyentes de alguien que lee y es algo que queda para siempre”, explica quien también es docente.
¿Un libro que estés leyendo?
Retrato de un zorro cachorro, de Roberta Iannamico.
*Publicada en revista Convivimos. Junio 2021.