Nahuel Pennisi está embalado, sin embargo, da pasos suaves saboreando el recorrido. “Deseo que mi camino con la música no tenga más pausas”, confiesa. Según el músico, circunstancias externas han interceptado sus avances, como la pandemia, que frenó el impulso que le dio su exitoso paso por el Festival de Viña del Mar. Sin hacerse problemas y con entusiasmo, dice: “Tengo ganas de seguir aprendiendo, de ir hacia adelante”.

Por eso, a pesar de sus nominaciones a los Grammy Latinos y a los premios Gardel, y a que músicos destacados quieran tocar con él, está lejos de sentirse consagrado. “Si bien es una palabra hermosa, no me quiero consagrar por ahora. Me gusta pensar que tengo mucho por mejorar y disfrutar, y prefiero hacerlo con naturalidad”, expresa con la misma sensibilidad con la que canta.

Asegura que siempre se quedará cerca de la música argentina: “Me interesa buscar por otros horizontes, pero el folklore me dio algo que no me dio ninguna otra música: el encuentro con la familia”.

Ciego de nacimiento, empezó como músico callejero y toca la guitarra apoyada como si descansara en su falda. Cada vez que canta, el público se conmueve, y él sospecha que es por su entrega en el escenario. “Me gusta vivir las cosas al cien por ciento. Además, las canciones son sentimientos envueltos en la música; si emociono, es porque a mí la música me emociona”.

¿Una recomendación para ver en vivo? 

Sig Ragga.

*Publicada en revista Convivimos. Diciembre 2021.