En el 2000, Natalia López Gallardo dejó La Paz, la ciudad de Bolivia donde nació, para instalarse en México y dedicarse al cine. Luego de participar como editora en varios films, este año presentó su ópera prima, Manto de gemas, que se estrenó en el Festival de Berlín y se quedó con el premio del jurado.

“La tragedia que se vive en el país, que brota como violencia en todas sus manifestaciones, como feminicidios, secuestros, fosas comunes y desaparecidos, la percibo como una herida espiritual y una dimensión psicológica que todos compartimos a diferentes niveles. Eso fue lo que intenté que se manifestara en la película”, revela. El resultado es una pieza sensible y sensorial: “Creo en el cine como una experiencia que se vive con el cuerpo, que va más allá de informar datos para construir una historia”.

“Descubrí que puedo hacer un film partiendo de cero, fue como aprender a hablar por primera vez. Además, que es vital que la intuición sea la guía del proceso y que la razón venga siempre después, en segundo plano”, destaca de su debut como directora. Sin embargo, no fue su único rol, también se ocupó del guion y el montaje. “Confío en todos los elementos del lenguaje cinematográfico y les doy igual importancia. Me parece que el movimiento de cámara no es más relevante que el actor o que el concepto sonoro, y viceversa”, comenta.

Lancelot del lago, de Robert Bresson.

*Publicada en revista Convivimos. Julio 2022.