El músico viene creciendo en la escena nacional y, sin perder la humildad, disfruta de sus logros mientras afianza su lugar como referente de la música popular.
Fotos: Guido Adler
La sonrisa de Nahuel Pennisi es difícil de olvidar, como esas canciones que desde la primera vez quedan sonando en la memoria, un estribillo sincero y contagioso. Si sonríe naturalmente ante las cosas sencillas de la vida, con todos los motivos que le regaló este año es inevitable que la felicidad se agrande.
Las buenas noticias fueron tanto en lo personal como en lo laboral. Luego de un 2021 con disco nuevo, Renacer, y galardones en Viña del Mar, en el verano se consagró en los dos festivales folklóricos más importantes del país, Cosquín y Jesús María. Además, en agosto su canción “Universo paralelo” ganó el Gardel a la Mejor Canción de Cuarteto por su versión con La K’onga y ahora se prepara para cerrar el año en el Teatro Ópera, donde anhela mostrar algún nuevo tema. “A veces no soy consciente de las cosas que me están pasando, simplemente las disfruto, vivo el día a día, trato de no quedarme ahí, seguir creciendo y buscando nuevos desafíos”, le dice el cantautor a Convivimos.
Mientras tanto, en lo familiar, en febrero nació Alma, su segunda hija con Mayra Deleo, su pareja y mánager. Juntos ya eran papás de Mateo, de 3 años, pero confiesa que no planean más hijos. “Soñaba con un nene y una nena, y se me dio, para qué voy a seguir soñando si ya está hecho”, cuenta desde Buenos Aires, a donde se instalaron hace unos meses. Cambiaron la tranquilidad provinciana de Tucumán por la gran ciudad para estar cerca del trabajo de Nahuel, que va en ascenso.
Además de una voz especial, es un talentoso guitarrista. Creció en una familia de músicos, pero aprendió a tocar solo, jugando con el bajo sobre la cama. Luego, lo cambió por la guitarra y desarrolló su propia técnica: apoya el instrumento de manera horizontal sobre sus piernas y lo toca como si fuera un teclado. “Luis Salinas [otro virtuoso de las cuerdas] una vez me dijo que si hubiera nacido en el siglo 17, hoy todos tocarían como yo”, recuerda quien dio sus primeros pasos como artista callejero a los 16 años.
¿Qué te entusiasma de tu presente?
Todo lo que estoy aprendiendo, encontrarme con personas, con emociones, con propuestas distintas como participar en una obra de teatro como actor, tener un programa de radio –que era un sueño pendiente– y, mientras, sacar temas nuevos y no descuidar mi proyecto con la música. Muchas cosas me están pasando y trato de estar a la altura. Me entusiasman los desafíos, descubrirme, aprender, incluso equivocarme, porque el error es parte de uno, de la enseñanza. Estoy contento y con ganas de seguir creciendo.
¿A qué le atribuís lo que pasa en tu carrera?
Le debo mucho a la constancia, a la disciplina y también a la posibilidad que la vida me regaló de cantar, de tocar, de tener facilidad para hacerlo. La música me ha dado lo mejor de mi vida, siento que es donde más me identifico y sale mi mejor versión. También le debo mucho al camino, a la confianza en mí, al apoyo de mi familia, porque no hubiera podido hacer nada sin ella, ese apoyo me ayuda mucho a crecer, a volar y a mantener los pies en la tierra, que es lo más importante.
¿Te sentís exitoso?
Es difícil medirlo, porque nunca tuve un parámetro de lo que significa. Me imagino que el éxito debe ser tan profundo como intenso, y un poco estoy viviendo eso, la intensidad de todo lo que me está pasando. Pero me siento un hombre exitoso no por lo que me está pasando, sino porque hago lo que me gusta, lo disfruto y lo comparto con la gente, que era mi misión. Si hay algo que me movió las fibras más hondas para tocar en la calle Florida cuando era chiquito, fue compartir la vida con la gente, y ahora lo sigo haciendo desde otro lugar. Eso es para mí el éxito más grande, ser consciente de que la gente me acompaña.
Desarrollaste tu propia técnica, ¿te gustaría enseñarla?
Sí, sería muy lindo. Primero quisiera tener las herramientas para no salir al vuelo, pero sí me gustaría, porque es poder transmitir lo que la música me permitió descubrir y que no quede solamente en un estudio de grabación o en “mirá cómo toca el pibe”. Yo tuve que desarrollar la técnica solo, así que me gustaría acompañar a la gente con otra opción. Existe la forma tradicional y ojalá algún día esté esta manera también.
Diste vuelta la guitarra, ¿está bueno dar vuelta las cosas?
Si uno le busca la vuelta, encuentra otras cosas. En un mundo “normal” generalmente reina el sentido común, la lógica, lo que uno cree que está bien, pero después está la otra parte, la de tomar riesgos, la de guiarte por los sentimientos. Por supuesto que hay una brújula que guía el pensamiento, pero a veces hay que dejar que el corazón lleve adelante las misiones de cada uno. Me gusta hacer cosas distintas, aprender de todo lo que voy escuchando y que me sirva como expresión, no copiarlo ni imitarlo, sino contagiarme. Me gusta innovar, y si uno quiere hacerlo, tiene que dar vuelta las cosas. Lo disfruto, pero también tengo mis límites, le doy la vuelta hasta un punto, no es que el mundo tiene que ser al revés, si no viviríamos a contramano, pero buscar otros caminos no está nada mal.
¿Cambiarías el oído absoluto por ver?
No. Creo que el oído absoluto es una herramienta que Dios me dio que me costó mucho asumir que tenía. Aprendí a medir distintas sensaciones, porque a veces escuchar tanto me juega en contra y había cosas que me molestaban. Pero después entendí a la música no solo como algo auditivo, sino también sensorial, y empezaron a aparecer otros sentidos. Entonces ahí el oído se convirtió en una herramienta más equilibrada. Y el hecho de no ver me da la posibilidad de sumergirme en un mundo interno desde donde está bueno sacar la música, desde adentro hacia afuera. Y el oído es clave para eso, así que no lo cambiaría. No sé qué te diré en un par de años.
¿Sos optimista?
Sí, me gusta sentirme bien. La sonrisa no es un personaje, tiene que ver con una identidad, la música me da mucha alegría, poder compartirla también, poder hacer lo que me gusta mucho más, identificarme con la gente a través de la música que hago es inexplicable, todo eso me tiene que dar una sonrisa. Las dificultades del día a día, como tiene cualquier persona, son cosas de la vida y hay que hacerles frente con alegría, con la búsqueda de lo lindo. En un mundo en el que pasan cosas que no nos gustan, a veces nos quedamos más con lo que nos falta que con lo que tenemos, entonces se trata de ahondar en lo que tenemos y no en lo que nos falta. Trato de llevar esa bandera con la música.
“LA HERRAMIENTA MÁS GRANDE QUE ME DIO LA CALLE ES LA ESPONTANEIDAD”.
¿Qué aprendizaje de tocar en la calle trasladás a los escenarios?
La herramienta más grande que me dio la calle es la espontaneidad, poder interactuar con la gente de una manera muy natural. Si es un show guionado, se pierde la magia del vivo, del “ida y vuelta” con el público, es como si no lo escucharas, y para mí el motor del público es clave. En la calle, la gente me pedía temas o me sugería que aprendiera alguna canción, desde ahí empecé a darle valor a lo que dice, por más que algunas cosas me sirvan y me hagan cambiar de opinión, y otras no tanto. Lo importante es escuchar a las personas, porque si yo quiero que me escuchen, también uno tiene que escuchar al otro, es lo justo, lo que tiene más sentido. La calle me enseñó eso y estoy agradecido, porque es algo que todavía me acompaña. Además, lo más hermoso de tocar ahí es haber acompañado a todas las clases sociales posibles: la gente de la calle, laburantes, turistas… La misma música y el mismo amor para todas las personas.
¿Te considerás un músico popular?
Quizá ahora estoy más cerca de decirte que sí. Sí soy un músico que hace música popular, me llama poder alinearme con el pueblo, con la patria, con las plazas, con lo humano, con la humildad. Incluso entendiendo el sacrificio de lo barrial, acompañando a los que más necesitan. Me considero un tipo que aprende mucho de eso y que intenta trasladarlo. En este último tiempo la popularidad me está acompañando y estoy muy contento por eso.
¿Cómo sos en el estudio, sos obsesivo?
Me gusta ser exigente, detallista, buscar lo fino, encontrarle la vuelta a cualquier cosa, no conformarme e insistir, poner ese oído en alerta y tratar de escuchar todo y sacarme todas las dudas. Pero también le doy lugar a la emoción, a transmitir algo, que no sea algo frío que está bien hecho, sino que tenga corazón, y para que lo tenga, uno tiene que transportarse a un vivo, a una familia, a una persona, pensar que hay alguien escuchando. Porque por más que esté solo en el estudio, la gente lo va a oír después y en definitiva es lo mismo. Trato de unir lo exigente y detallista con lo espontáneo y lo emocional.
¿Te sube la vara un éxito como Universo paralelo?
Sí y en buena hora. Lo que estaba esperando es que la música me exigiera, que me diera un lugar, que me permitiera seguir volando, que la gente esperara más de mí, que me pidiera otra cosa, y vamos por ello. Bienvenido este momento, trato de disfrutarlo mucho, solo intentaré estar a la altura poniendo lo mejor de mí para lograrlo, aprender y seguir con todo lo que me está pasando.
¿Cuál es el mejor premio que podés recibir?
El respeto. Además, lo más hermoso que me puede tocar es que se hable más de lo que voy buscando con mi música que de mi condición, ese es un premio muy grande que siento que fui ganando y que era un interrogante para mí. Y el otro premio es que la gente cante las canciones de uno, es algo con lo que uno sueña y que me está pasando por primera vez, es indescriptible y muy emotivo.
EXPLORADOR
Nahuel está siempre listo y con ganas de avanzar, incluso en terrenos desconocidos. Mientras prepara su próximo disco “con mucha tranquilidad” para 2023, se animó al teatro y a la radio.
Los sábados a la mañana sale al aire por Vale 97.5 con Hoy sí. Además de soñar con tener un programa propio, es un fiel oyente: “La radio está siempre al lado mío. Tengo una en la mochila por las dudas que me quede sin Internet”, revela.
También, en septiembre se estrenó Regreso en Patagonia, en el Teatro Metropolitan Sura de Buenos Aires, donde debutó como actor, y lo desbordan las expectativas. “El mayor desafío es encontrar mi lugar en la obra. Si bien no hago música, tiene que ver porque se trata de emociones, de expresarlas, de sentirlas a flor de piel. Además, me desafía tener movimiento en lo escénico, algo que no vengo haciendo, pero me siento confiado y preparado para estar ahí”.
*Publicado en revista Convivimos. Octubre 2022.