“LA POESÍA HACE QUE TU VIDA SEA MÁS SENCILLA”. ELVIRA SASTRE

La poeta española llega a la Argentina con un nuevo show poético-musical. Referente de la nueva generación de escritoras, cuenta por qué la poesía es una gran compañera. 

Foto: Gloria Nieto

Salvaje”, así describe Elvira Sastre la última década de su vida, en la que publicó once libros de poesía, narrativa e ilustrado, trascendió las fronteras de España, se viralizó en redes sociales y se convirtió en una poetastar que llena teatros en diferentes partes del mundo. “Podría ver estos años abriendo y cerrando los ojos, para mí ha sido algo continuo”, dice con calma.

Tiene 30 años y aún conserva la timidez que se trajo de Segovia, donde nació. Confiesa que la crisis existencial asociada a esa edad le generó dos dilemas: por un lado, la necesidad de rebelarse contra las expectativas sociales; y, por otro, reconocer que jamás volverá a leer con la mente tan despejada como cuando era niña.

“De chica me pasaba tardes enteras leyendo, cuando volvía de jugar con mis amigas de la escuela o mientras merendaba. Me angustia un poco darme cuenta de que no volveré a hacerlo de la misma manera, pero tengo esa sensación tan vívida que es uno de los recuerdos a los que vuelvo frecuentemente, esa libertad y paz mental que te da la infancia”, cuenta la poeta. Leer fue un hábito familiar, por eso recuerda a sus padres leyendo e intercambiando títulos con otros parientes.

Así, los libros fueron sus verdaderos maestros para escribir su primer poema a los 12 años y convertirse en poco tiempo en una de las escritoras más celebradas de su generación. Además de ubicarse entre las más vendidas en España y Latinoamérica, en sus redes sociales acumula miles de fans que siguen sus propuestas, su merchandising, sus álbumes y conciertos de poemas en formato musical.

En ese marco, este mes regresa al país a brindar su show Yo no quiero ser recuerdo en distintos escenarios: el 6 de mayo en Buenos Aires, el 11 en Córdoba y el 12 en Rosario. Cuando cuenta que ya está todo listo, brota la única sonrisa que regalará durante la videollamada.

¿Por qué la gente va a escuchar poesía?

El público argentino es muy culto a nivel literario. Eso es una ventaja a mi favor, porque a la gente le gusta la poesía y no tengo que convencer a tantos de que es algo maravilloso. También creo que tenemos una conexión especial, me siento muy querida y muy respetada en la Argentina, lo que hace que vaya con mucha tranquilidad, ganas y honestidad.

¿Por qué es maravillosa la poesía?

Es una herramienta maravillosa para gestionar las emociones con todo lo que eso implica, a todo nivel. A mí me ha ayudado en los peores momentos a entender las cosas, a traducir lo que le pasa a una adentro. Es una forma de autocuidado, de escucharse a una misma, de hacer ese proceso de traducir lo que sentimos y ponerlo en un papel. También es compañía, es comprensión, tanto si la escribes como si la lees, hace que tu vida sea más sencilla.

¿Ser leída aumenta la presión? 

Para mal no, para bien sí. Es una compañía, porque es un oficio muy solitario, entonces saber que hay gente ahí pendiente y que te da un feed-back –en mi caso casi siempre muy amable– es bonito y ayuda bastante. A nivel presión de tener que responder ante alguien no, siempre he escrito por mí y para mí, después es secundario que lo comparta. El motivo de escribir es por una cuestión íntima, ahí no puede entrar nadie.

¿Hay que ser observadora para escribir poesía o es más bien introspección?

Es el equilibrio entre ambas. Son necesarias la observación y la experiencia sensitiva para después hacer el viaje hacia el interior. Coger algo de afuera, pasarlo por dentro y luego volver a sacarlo.

¿Qué sentís cuando terminás de escribir un poema? 

Es algo parecido a la plenitud, sentir que has acertado. Cuando haces algo muy bien sin saber cómo va a salir y de pronto sientes que lo has hecho bien y que te ha servido. Es una sensación muy adictiva, me provoca mucho bienestar poner el punto final y sentir que era esto lo que quería decir.

Llevás la mitad de tu vida escribiendo, ¿cómo se evoluciona, hacia dónde? 

Mi escritura siempre es un lugar de mi vida al que cuido y protejo mucho, porque no quiero que le afecte nada externo, no es una aspiración, simplemente lo voy a seguir manteniendo. Estoy en un momento en que leo muchas mujeres, autoficción, historias más o menos crudas, y estoy muy enganchada en esa honestidad, en ese explorar y no mostrar todo a la perfección, lo moralmente perfecto o lo que se espera de una, sino que estas mujeres muestran sus vidas tal como son. Esa realidad, esa honestidad y valentía es algo que me gustaría y estoy intentando incorporar a lo que escribo, para reflejar lo que somos sin artificios ni imposturas.

¿Te sentiste cómoda con la novela o la poesía es lo tuyo? 

Mi lenguaje es la poesía, es mi manera de expresarme, de entender el mundo y traducirlo, donde me siento libre y a gusto. La narrativa es como mi amante, la poesía es mi amor. La novela me da dolores de cabeza, me exige una rutina diferente, la sufro más, pero también me permite contar cosas que la poesía no me permite. Igualmente, estoy a gusto con ella, porque me da mucha satisfacción, me cuesta más poner el punto final, pero cuando lo pongo la sensación es brutal.

¿Todos los días aparece la inspiración? 

Depende mucho de si estás con poesía o con narrativa. Si es novela, tengo que buscarla; si es poesía, depende mucho del estado emocional, de cómo me encuentre y lo que necesite. Por ejemplo, mi abuela falleció hace unos meses, entonces estoy escribiendo muchos poemas para ella y sobre el duelo. En épocas en que me siento de otra manera no tengo esa pulsión.

¿Te encerrás a escribir?

Sí, no soporto ni siquiera la sensación de tener unos ojos detrás. Es un acto tan íntimo para mí que debo tener la puerta cerrada.

No es la primera vez que el recuerdo aparece en algún título, ¿por qué? ¿Sos nostálgica? 

Es inconsciente, debe reflejar algo dentro de mí. Soy muy melancólica y muy nostálgica, prefiero recrearme en el pasado que en el futuro. El futuro no me interesa demasiado. Vuelvo mucho sobre lo mismo, desde un lugar sano recupero y protejo recuerdos que me han hecho feliz, que me han hecho aprender o que han cambiado en mí algo. Le doy mucha importancia a la raíz y el origen, y son cosas que están en el pasado, es un lugar al que vuelvo a menudo y en el que me siento a gusto.

El nuevo espectáculo se llama Yo no quiero ser recuerdo, ¿en qué querés convertirte dentro de la literatura? 

Nunca lo he pensado, me importa más lo que pasa ahora. Ojalá el mundo sea un lugar más tranquilo, donde la poesía tenga un lugar todavía más importante y que forme parte de la vida de la gente, si por ahí se cuelan mis libros, genial.

¿Le falta lugar a la poesía?

Sí, faltan muchos espacios por conquistar. Es todavía un espacio minoritario y sigue dando la sensación de que hay que hacer un esfuerzo para convencer a la gente, porque parece que es una cosa antigua. Falta más apoyo también.

¿La poesía en redes sociales es un acto revolucionario?

Son una herramienta muy poderosa. En mi caso, no hubiera llegado a otros países de no ser por las redes sociales. Publico hace diez años, pero mis libros han llegado a la Argentina el año pasado, pero he tenido lectores desde el principio gracias a Internet. En eso sí es algo revolucionario. Además cambió el paradigma en la literatura en cuanto a la edición, porque antes tenías que ser señalada por alguien y hacer muchos méritos para publicar. En cambio ahora son los lectores quienes te piden. A mí las redes me han ayudado muchísimo y han sido clave en mi trabajo.

¿Estamos en una época en que no se valora el lenguaje? 

Es cierto que dicen que las nuevas generaciones le dan más importancia a la imagen que al texto. Pero yo no consumo literatura en las redes, la consumo en los libros. No hay que confundir esa opción ni con escritura ni con lectura, si es un puente, la literatura está en los libros.

¿Estás abocada a nuevos proyectos?

Estoy con varias cosas a la vez. Escribiendo mi segunda novela, que va en la recta final. Y estoy reuniendo todos mis poemarios para hacer mis primeras poesías completas por los diez años de mi primera publicación. A su vez, hemos vuelto a la raíz, un fanzine que autoeditaremos cosiendo en casa, con fotografías y poemas, en conmemoración a esta década.

PING-PONG

Un poema: Ya no, de Idea Vilariño.

Un libro: El año del pensamiento mágico, de Joan Didion.

Un lugar: La casa de mis abuelos.

Una comida: Las lentejas de mi abuela.

Una canción: Michelle, de The Beatles.

Una palabra: Saudade.

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*Publicado en revista Convivimos. Abril 2023.