“No imaginaba terminar un libro y ya publiqué seis”. Tiffany Calligaris

Cuando empezó a leer El Hobbit, Tiffany Calligaris no podía avanzar de página. Le costaba entrarle a ese libro tan gordo que estaba en la biblioteca de su casa. Era casi tan grande como ella, en ese entonces, una nena de nueve años. Sin embargo, el título de J. R. R. Tolkien terminó convirtiéndose en su puerta de entrada al género fantasy y, casi veinte años después, sigue allí. Ahora, además de lectora, es una de las escritoras más leídas, sobre todo por los adolescentes.

Sus papás la invitaron a esa lectura fantástica sobre mundos imaginarios y también ellos le dieron el aliento para animarse a buscar una editorial: “Los dos me veían pasar tanto tiempo frente a la PC que decían que lo mejor que podía pasar es que gustara y me publiquen”. Probó suerte y, en solo cuatro años, publicó seis títulos, los tres de Lesath y ya va por el tercero de los cinco que componen la saga Witches.

Tenía 24 cuando se publicó el prime-ro, fue el mismo año en que recibió el título de abogada. Nunca ejerció y cree que no lo hará. Sin embargo, asegura que le aportó herramientas para su oficio de escritora: “Me dio un montón de vocabulario y, además, como la estudiaba de manera muy estructurada por la cantidad de fuentes, me hizo ser más organizada, lo que me ayudó cuando empecé a armar libros. También, en la parte de los con-tratos, me da esa astucia de abogado, de prestar atención a lo que me están ofreciendo, y también de leer todo antes de decir que sí”.

Ahora se concentra en terminar la cuarta parte de Witches y, si los días son de lluvia, las páginas en blanco irán des-apareciendo con mayor velocidad. “Tengo ideas para otros libros, pero trato de contenerlas; cada vez que se me ocurre algo, lo anoto y lo guardo en un cajón hasta la hora de seguir, porque tampoco está bueno estar en tantas cosas diferentes, porque me desconcentro de la historia”.

¿Te imaginabas que ibas a ser un éxito editorial? 

No, para nada. Sobre todo, porque hace mucho que estoy en el género -y veo que a otros también les pasa-, y estamos acostumbrados a que el fantasy venga de afuera; son todos escritores extranjeros. No estaba acostumbrada a leer escritores locales, salvo Liliana Bodoc. Fue una sorpresa.

¿Por qué escribís fantasy? 

Porque es el género que me gustó siempre y el que me atrapó al momento de leer. Me inspira el hecho de que lo que escribo sea en una tierra ficticia, muy diferente al mundo. Me gusta escribir en escenarios que me obliguen a salir de lo que conozco, que me saquen de mi ciudad, de las cosas cotidianas.

¿Cómo es tu relación con los lectores?

La relación más cercana es por redes sociales, Twitter o Facebook. También en eventos de firma o presentación de libros. Es una relación de ida-vuelta, son súper ansiosos de saber cómo sigue la historia o súper entusiastas de responder todo enseguida. Lo que tiene de bueno es que compartimos muchas series de TV, entonces comento algo en Twitter y enseguida están respondiendo o me dicen que no diga nada porque no vieron ese capítulo. A diferencia de otros años, me siento muy acompañada, porque, el mismo día que sale el libro, ya tengo al menos una devolución. Me pasó una vez, con el tercer libro, que me escribió una chica que, al segundo día de publicado, ya lo había terminado de leer. Es una devolución muy inmediata, me imagino que antes los escritores se enteraban solo en convenciones y ahora es una relación súper fluida. Está muy bueno, porque escribir es algo bastante solitario y, de alguna manera, te sentís acompañada con las respuestas de los lectores.

¿Los padres aparecen en el vínculo?

Aparecen bastante. En las redes sociales no tanto, porque en general son los adolescentes los que las desbordan con comentarios. Pero sí me pasó con la saga anterior, que era para un público más chico, las mamás me escribían o aparecían en los eventos. Es lindo, por-que al ver que los chicos los disfrutan, ellos también los leen y se vuelven fanáticos. Además, a mí me pasaba que me gustaba que mis papás también lean el libro que estaba leyendo y poder hablar de eso.

¿El género creció en el país? 

Bastante, lo siento como lectora. A los 10 años, por ejemplo, había muy poca gente de mi edad con quien podía compartir las lecturas, salvo mi prima. Era bastante marginada, por decirlo de alguna manera. En la escuela hablaba de El Hobbit y nadie entendía a qué me refería. Hoy es más visible, ya sea porque en las redes sociales se puede encontrar lectores con los mismos gustos, o que hubo sagas exitosas, como Crepúsculo o Los juegos del hambre, éxitos en el cine que quizás hicieron que más gente se anime a buscar el libro.

¿Cómo es el proceso de despedida de los personajes?

Lo noté en los últimos capítulos del primer libro, me daba una especie de melancolía, porque sabía que era la última vez que lo iba a escribir. Es me-dio agridulce, así que traté de disfrutar las escenas al máximo y divertirme con ellos. Cuando llegás al tercer libro, los conocés mucho más que en el primero. Es raro, porque, de algún modo, son personas que viven en tu cabeza y, de repente, es dejarlos de lado para que entren otros. Con el paso a Witches, fue conocer personajes nuevos y tratar de que no se parezcan a los anteriores. De alguna manera, es como despedirse de un grupo de amigos para darles lugar a otros.

DESAYUNO CON TIFFANY

“Tomo una cantidad increíble de té al día. Cada vez que me siento a escribir o a leer, tengo una taza en la mano. Por lo menos, alrededor de seis al día. No tomo mate ni café, solo té, agua y jugo de naranja. Por ejemplo, mi desayuno son tostadas, cereales y… té”. Además, confiesa que le gusta mucho el helado y los dulces en general. Nació en Villa Devoto, en Buenos Aires, y todavía vive en el mismo barrio. Ahora, en compañía de su fiel perro Shiku, quien sabe a la perfección que, cuando su ama se sienta en la PC, es hora de la siesta o de buscar sus juguetes.

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*Publicado en revista Convivimos. Julio 2016.