Salta entre México y Argentina y asegura que es un “espíritu libre”. En cinco años editó tres discos solistas y tocó para Julieta Venegas. Ahora está presentando su álbum más reciente Tirame Agua.
Por Daiana García Cueto Fotos: Cecilia Casenave
“Creo en el trabajo, la suerte puede ser un condimento, es como ponerle un poquito más o menos de sal, pero todo el resto del plato existe y se hizo con mucho laburo”, dice Sol Pereyra (37), música, actriz y cantante que nació en Mendoza, creció en Córdoba y ahora trata de encontrar su lugar en el mundo desde México DF.
Fundó el grupo Los Cocineros, formó parte de las bandas de Julieta Venegas y Carla Morrison, y ya lanzó tres discos solistas: Bla bla bla (2009), Comunmixta (2011) y Tirame agua (2014). El nombre de su último álbum, que editó y presentó primero en el país del Chavo y luego aquí, es una metáfora para decir ‘tirame una onda’, que cree falta en nuestra convivencia cotidiana. “Es un disco más orgánico, quería que sonara bien poderoso, bailable, para arriba, bien rockero, porque es con lo que me identifico, con ese espíritu libre”.
“¡Soy un animal!”, se dice a sí misma después que el hielo de la gaseosa que intenta tomar rebota y le salpica la cara. El episodio le da mucha gracia. Sus “malas palabras” son de exportación, dice que ya las contagió en su nueva casa mexicana. La entrevista es en un bar frente al Parque de las Naciones, en Córdoba.
¿Qué extrañás?
Particularmente disfruto mucho del código que tengo con mis amigas, una complicidad y una cosa de mucho humor, de sarcasmo e ironía, que en Argentina es el diálogo común. Allá me gusta lo que sucede, tengo amigas, pero no todas entienden ese código, más bien les causo mucha gracia, se sienten muy liberadas cuando me escuchan decir algo porque ellas no lo dicen. Se sorprenden y dicen qué bueno que haya alguien que lo diga. Extraño que sea una cosa de a dos, no que sea algo que yo digo y el otro se divierta.
¿Qué cosas encontraste en México?
México significó la profesionalización del oficio de música. Me llevó a escenarios más grandes y me dio otras experiencias que complementan, en lo musical y en lo profesional, mi primera etapa con Los Cocineros. Vivir en otro lado siempre te da un montón de cosas porque estás solo en un lugar que no es tu terreno, donde estás más seguro. Lo nuevo te hace estar atento y sacar mucho más de vos. Es un país increíble, en todo sentido me da cosas, desde cómo es la gente hasta el folclore mexicano, que es amplio y riquísimo. Y ni hablar de la experiencia y aprendizaje con los artistas con los que he trabajado.
¿Por qué te fuiste de Los Cocineros y cómo viste desde afuera su continuidad?
Me fui porque se estaba cumpliendo un ciclo y me sucedieron otras cosas que me llevaron a tomar la decisión: Apareció la invitación de Julieta Venegas, la decisión de quedarme en México, y además, hacía un tiempo que venía con canciones que no entraban en la búsqueda de Los Cocineros como grupo. Entonces, forzaba más la situación ahí o le daba curso en otro lado. Hacer eso era abrirme, y como me fui, hice las dos cosas. Al principio ver que seguían era muy fuerte, porque soltar es muy difícil. Decía: ‘Los Cocineros son míos, nosotros pensamos los delantales, la estética’. Mi desafío era soltarlo, porque si lo chicos tienen el deseo de seguir desarrollándose y creciendo, pues adelante, en buena hora que siga el proyecto.
¿Creés en vos?
Sí, muchísimo.
¿Cómo construiste esa confianza?
El entorno ayuda mucho, las devoluciones me terminan de constatar ciertas cosas, pero creo mucho en mi trabajo. Soy una laburante innegable y apasionada, y en ese sentido, no tengo ninguna duda, me paro con lo mío y lo defiendo con todo lo que me avala, que es un bagaje de laburo impresionante, de no parar un segundo.
¿Hay diferencias en las devoluciones que te hacen en México y Argentina?
Es similar, aunque el público es distinto. La diferencia más grande es que el argentino baila, inmediatamente pone el cuerpo, y el mexicano es más tímido, es más de cantar, y es muy cariñoso. Creo que en los dos lados genero un vínculo de mucha confianza, la gente se relaja.
¿En qué sentido el humor atraviesa lo que hacés?
En lo que he escrito para teatro y para música, y en cómo me paro arriba de un escenario está ese rasgo común. Desde chica descubrí que es con la herramienta que mejor me llevo. Incluso todo lo que me hacía doler, lo que me costaba, lo elaboraba con humor, le daba una vuelta de tuerca, y ya no me dolía tanto. No me reía tanto de los otros, sino de mí, de mis pesares y mis cosas. Me quedó incorporado como una herramienta, y la asumo como tal. Me siento bien ahí.
¿Sos muy obsesiva?
Sí, y en lo laboral más. Trato de generarme cosas que me resulten desafíos, estímulos para ver qué sucede, porque si compongo siempre desde el mismo lado caigo en lugares comunes. Forzarme a distintas formas me parecía interesante. Me lo propuse para este disco y hubo un momento en el que me encerré y dije: “30 días; 30 canciones”. Y lo hice, y me lastimé. Es que me divierte tanto el laburo que no me di cuenta de la cantidad de horas que pasaba con la computadora y los instrumentos.
¿Por qué producís de manera independiente?
Porque soy caprichosa y no me gusta que me condicionen. Sé lo que quiero, entonces no me gusta que venga otro a decirme qué tengo que hacer con mi trabajo, si la que está rompiéndose el lomo soy yo. No me gustaría que alguien me diga que me tengo que vestir mejor o desarrollar mi lado femenino, porque es mi asunto. De hecho, en este disco hice un tema que se llama Nadie te preguntó, porque está lleno de gente que todo el tiempo te dice cómo hacer las cosas. A esos les digo: ‘escuchen la 11 de mi disco’.
¿Te considerás femenina?
Sí. Claro que una femineidad propia. Al principio estaba peleada con lo femenino porque no me gustaba la idea de la mujer con tacos y delicada. Entonces por no hacer eso me masculinizaba mucho. Pero me dije: ‘tampoco tengo que ser un pibe’. Puedo ser femenina y simple, y no tener tacos, usar zapatillas y una faldita. Entendí que lo femenino puede tener un montón de formas.
CAFÉ VIAJERO
“Café con leche y medialunas. En México, en un café frente al Parque de los Venados. En Córdoba, en cualquier lugar, pero con mi abuela”. Se define como un poco nómade, porque viaja desde los 18 años. Dice que no es multi-instrumentista, incluso se ríe cuando los periodistas la califican de ese modo: “Toco un poco de varios instrumentos, soy curiosa. A la guitarra y la trompeta les dedico un poco más de estudio”. Confiesa que tiene un modo lúdico de componer: “Escribo rápido para no darle lugar a la autocensura”.
*Publicado en revista Convivimos. Febrero 2015.