“Los casero trabajamos siempre con la norma iSo 9001”. Nazareno Casero

Con una trayectoria de veinte años en la actuación, nazareno Casero (27) sigue aprendiendo y creciendo en su profesión. Hijo de Alfredo Casero, vive entre el reconocimiento propio y el que recibe de su padre famoso.

Fotos Sebastián Salguero

Hasta las ratas son adorables para un amante de los animales como Nazareno Casero. Incluso, asegura que los prefiere antes que a las personas: “Los humanos tienden a hacer mierda todo, a llevarse todo por delante. Podemos ver cómo está el planeta. Lo bueno es el equilibrio”, dice, mientras Yeso, su perro desde

Incluso, asegura que los prefiere antes que a las personas: “Los humanos tienden a hacer mierda todo, a llevarse todo por delante. Podemos ver cómo está el planeta. Lo bueno es el equilibrio”, dice, mientras Yeso, su perro desde hace diez años, se le sube a la falda.

El país lo conoció como el alumno Capusotto en Cha Cha Cha (1993-1997), el programa de humor que creó su papá, Alfredo Casero. “Si no aprovechás  esto  que tenés, que son cualidades, que son cosas  que  ya  hiciste,  sos  un  pelotudo”,  le dijo un amigo y le aclaró el panorama cuando la etapa de  rebeldía  adolescente  lo hizo cuestionarse sobre su futuro profesional. “Y mi viejo fue claro: ‘Estás haciendo esto y no te va tan mal’”.  Debutó   en cine con Buenos Aires Viceversa (1996), y, entre otras, actuó en Crónica de una fuga (2005) y Aballay, el hombre sin miedo (2010). La pantalla chica lo tuvo con protagónicos como en Los Sónicos (Canal 9), y participaciones en Vecinos en guerra (Telefé) y Farsan- tes (Canal 13). También se calzó el traje de conductor en Caja rodante y Km a km (Canal 7). Este año se lo verá en TV con El legado (Canal 9) y La celebración (Telefé).

“Hay gente que me quiere a mí por carácter transitivo de querer a mi padre. Lo tomo con mucho respeto, porque no soy merecedor de ese cariño”. Pero al mismo tiempo, el reconocimiento del público es una de las cosas que lo llevó a poner en cuestión su carrera actoral: “Veía a mi padre, que es una persona conocida, y no sabía si quería pasar por lo mismo”. Otra vez, para explicar ese vínculo público- actor, recurre a otra de sus herencias: el humor. Y bromea: “Te estás metiendo una longaniza en la boca y te piden una foto de tus amígdalas”.

¿Te molesta que te reconozcan?

Me molestan los modos. La gente piensa que es dueña de quien sale en la tele por- que sale en su TV. Lo veo con mi viejo. A mí por suerte no me pasa, siempre tengo un ida y vuelta más tranquilo, lo puedo ma- nejar porque son pocas veces. A mi viejo la gente ni le habla: “Vení, vení, sacate una foto con el gordo”, le dicen al hijo. Lo en- tiendo cuando se pone de los pelos, porque pasás a no ser dueño de tu vida, la gente viene con total impunidad y se va. No todo el mundo, no siempre.

¿Cómo sería la forma?

Cuando viene alguien y te dice “disculpame, tal cosa…”, como si a vos te hablara alguien en la calle. Está bueno cuando te lo piden. Después, tampoco soy tan quisquilloso.

¿Qué te gusta de ser actor?

Trabajar con la sensibilidad está bue- no. Poder vivir situaciones que uno no vivió, que imaginó, y jugar a algo que es muy alejado de tu vida. Por ejemplo, cuando tenés que hacer una película de época, te alejás de tu vida cotidiana. También, ser reconocido te abre puertas, después está en cada uno qué hace con ellas. Está bueno cuando te reconocen un laburo porque les gustó una película o un programa. Es lindo generarle algo a alguien.

¿Comedia o drama?

Drama. Me siento más confiado, más capacitado. En el humor puedo hacer reír a mis amigos, pero no sé si me animo a subir a un escenario a hacer reír a la gente, es muy difícil. Me gusta más figurar una situación terrible, por ejemplo, el que se arrastra en una película de guerra con las vísceras abiertas.

En tu trabajo, ¿hay una extensión por ser hijo de Casero?

Los Casero trabajamos siempre con la norma Iso 9001, de excelencia. Qué quiere decir: pueden quejarse de nosotros personalmente porque no les  caemos bien o tengamos una actitud chota con alguien, pero en lo laboral, somos de los primeros en llegar y nunca es “me quiero ir, estoy cansado”. Creo que eso es lo que tiene que prevalecer en cuanto “hijo de”. Después, si me llaman porque soy el “hijo de”, está todo bien. Hay que ver si les da rating. Mi padre me ha enseñado que hay que laburar, que nadie puede decir nada de cómo trabaja. En lo personal, no debés caerles bien a todos, porque   si no, no estás siendo sincero con vos o con alguien. Creo que mi padre me abrió una puerta muy grande que fue la de mostrarme al mundo. Por suerte, no me llaman sólo porque soy “el hijo de Case- ro”, porque no sirve eso. Si a la gente no le gusta lo que sos, das o tenés, es muy difícil que un negocio tan caro como la televisión te mantenga por amiguismo o preferencia de un productor.

Tu papá te presentó en Cha Cha Cha¿Qué te dejó?

Creo que vi un cambio en el paradigma del humor argentino. No porque sea mejor que el de antes, sino diferente. Antes era el chiste o la gracia y la mujer en bolas, y Cha Cha Cha entró por otro lado, el absurdo. Me modificó a mí tanto como a otros. Me llevó a asimilar que algo absurdo va a suceder y que muchas veces la realidad supera la ficción. Me dejó increíbles recuerdos y el aprendizaje de cómo se puede laburar con un grupo de personas y un guión mínimo. Poder improvisar sobre lo guionado es una buena virtud.

¿Improvisás en la vida?

No tanto. Hay que darle espacio a que la vida te sorprenda, y te sorprende cuando te dejás sorprender o cuando obrás para que eso suceda. Podés conocer otras cosas.

CAFÉ CON AMOR

Nazareno prefiere café con leche, mitad y mitad con leche fría, con ocho cucharadas de azúcar y con medialunas de grasa o manteca. “Me encanta cuando me lo ha- cen, y saben cómo te gusta y te lo traen perfecto. Es una gran manera de comen- zar tu día”, confiesa señalando a su novia Carlina. Además, cuenta que le gusta salir a tomarlo: “Si hay algún lugar chic, me voy al café del viejo que te atiende ‘mala onda’. Me gusta jugar a lo tradicional”.

Agradecemos a Macanudo Hostel Bar (www.macanudocba.com.ar) por su colaboración en esta nota.

UN CAFE CON NAZA CASERO_Página_1 UN CAFE CON NAZA CASERO_Página_2

 

 

 

 

 

 

*Publicada en revista Convivimos. Abril 2014.   

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

CAFÉ CON AMOR

Nazareno prefiere café con leche, mitad y mitad con leche fría, con ocho cucharadas de azúcar y con medialunas de grasa o manteca. “Me encanta cuando me lo ha- cen, y saben cómo te gusta y te lo traen perfecto. Es una gran manera de comen- zar tu día”, confiesa señalando a su novia Carlina. Además, cuenta que le gusta salir a tomarlo: “Si hay algún lugar chic, me voy al café del viejo que te atiende ‘mala onda’. Me gusta jugar a lo tradicional”.

 

norma Iso 9001, de excelencia. Qué quie- re decir: pueden quejarse de nosotros personalmente porque no les  caemos bien o tengamos una actitud chota con alguien, pero en lo laboral, somos de los primeros en llegar y nunca es “me quie- ro ir, estoy cansado”. Creo que eso es lo que tiene que prevalecer en cuanto “hijo de”. Después, si me llaman porque soy el “hijo de”, está todo bien. Hay que ver si les da rating. Mi padre me ha enseñado que hay que laburar, que nadie puede de- cir nada de cómo trabaja. En lo personal,

 

no debés caerles bien a todos, porque   si no, no estás siendo sincero con vos o con alguien. Creo que mi padre me abrió una puerta muy grande que fue la de mostrarme al mundo. Por suerte, no me llaman sólo porque soy “el hijo de Case- ro”, porque no sirve eso. Si a la gente no le gusta lo que sos, das o tenés, es muy difícil que un negocio tan caro como la televisión te mantenga por amiguismo o preferencia de un productor.

Tu papá te presentó en Cha Cha Cha.

¿Qué te dejó?

Creo que vi un cambio en el paradig- ma del humor argentino. No porque sea mejor que el de antes, sino diferente. Antes era el chiste o la gracia y la mu- jer en bolas, y Cha Cha Cha entró por otro lado, el absurdo. Me modificó a mí tan- to como a otros. Me llevó a asimilar que algo absurdo va a suceder y que muchas veces la realidad supera la ficción. Me dejó increíbles recuerdos y el aprendizaje de cómo se puede laburar con un grupo de personas y un guión mínimo. Poder improvisar sobre lo guionado es una bue- na virtud.

 

¿Improvisás en la vida?

No tanto. Hay que darle espacio a que la vida te sorprenda, y te sorprende cuan- do te dejás sorprender o cuando obrás para que eso suceda. Podés conocer otras cosas.

 

Agradecemos a Macanudo Hostel Bar (www.macanudocba.com.ar) por su colabora- ción en esta nota.

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