“Soy humorista para molestar” , REP.

Miguel Repiso -más conocido como Rep- cree en el humor como lenguaje. En particular, apuesta todas sus fichas por el humor gráfico. También añora las revistas del género, en las que él y sus colegas se formaron. Conversación con un hombre que dibuja y usa gorro.

Por Daiana García Cueto Fotos Lucía Baragli

“Para mí es mucho más fácil dibujar la construcción de un edificio que demostrarla en palabras”, confiesa. Pero también es un narrador porque en sus imágenes diferentes elementos narrativos hablan del contexto y plasman su cosmovisión: “En una tira puedo hacer algo que a otro le lleva un cuento. Es literatura dibujada, no literatura que se candidatea para el premio Nobel”.

De su lápiz nacieron, entre otros, los personajes Niño Azul, Lukas y Gaspar. Publica sus tiras en Página/12 –desde la primera edición del diario-, en las revistas Veintitrés y Fierro. Impregnó paredes de diferentes países con sus murales. Por ejemplo, fue convocado por la Secretaría de Cultura de la Nación a realizar el Mural del Bicentenario. Dice que el poder de este formato es su presencia física: “Tiene un aura que no tiene el impreso, un placer que no tiene el original chiquito”. Más de 30 libros figuran en su hoja de ruta, entre los propios y los que ilustró para otros autores. De muchos de ellos surgieron exposiciones, como Bellas Artes que se exhibió en el Museo Nacional de Bellas Artes hasta el pasado mes de Agosto: “Son dibujos que recrean otras artes con el humor que sólo yo sé hacer. Creo que ahí se nota mi autoría, en el humor que destilo”.

¿Qué es el arte para vos?

¡Uf, el arte! Las que más me interesan son las artes visuales. Me parecen la expresión humana más honesta, porque muchas veces trabajan el subconsciente, aunque el consciente está trabajando desde mucho antes en la preparación teórica del artista. Es difícil de definir, salvo como una expresión del ser humano adulto y sin problemas psíquicos. Porque el niño no tiene represiones, y el loco tampoco. Entonces, el arte solo sale con las represiones. Es como la ilustración al malestar de la cultura.

¿Y a qué te referís entonces cuando decís que el arte es de todos?

Hay artistas con ínfulas de elitistas, o de populares, o masivos o de querer ganar mucho dinero. Lo que sí tiene el artista es deseo de expresarse, que lo vean y que vean su obra. Lo está haciendo para los demás, lo hace y luego no controla quién lo mira, entonces es para todos. A eso me refiero, no quiero decir que es una cosa democrática donde todos somos artistas. Sí debería ser un bien cultural del que todos tengamos conocimiento y sepamos.

¿Cuál es el compromiso de los artistas con la realidad?

El compromiso, más allá de las ideologías de cada uno, es ser una persona contemporánea. Poner imágenes en aquellos lugares donde hay fantasmas, imágenes que significan los distintos temas de lo esencial del ser humano. Si hay un fantasma de la guerra, la represión, las relaciones humanas equívocas, lo que sea, el artista es el más apropiado para hacerlo antes, durante y después. El compromiso es estar pensando siempre el mundo, su contemporaneidad. El artista tiene armas estéticas, que la mayoría de la gente no tiene porque no le interesa o porque no tuvo la oportunidad, entonces la responsabilidad es utilizarlas para ilustrar, demostrar o metaforizar algo para los demás. Luego, hay variantes en el rubro artistas-personalidades: hay algunos más oscos, autistas que no quieren mostrar obras, los que se pelean o los que simpatizan con el poder. Pero el arte no es el compromiso con los pobres, ni con el poder, ni con un grupete que te compra o que puede comprarte. Va más allá: entrego mi vida al arte.

¿Cómo llegaste al dibujo?

Sin pensar demasiado. Vi que tenía un gusto por el dibujo, un placer por mirar, por expresar las dificultades que tenía dibujando. Así me fui haciendo dibujante, con autoescuela. Por supuesto, uno nunca está solo, elije maestros. También, es porque tengo mucha capacidad y ganas de mostrar el mundo como lo veo, por medio del humor. Soy un dibujante, luego soy un dibujante con humor.

¿No podrías dibujar separado del humor?

Sí, puedo dibujar cualquier cosa. Muchas veces dibujo sin humor, pero no puedo hacer humor sin dibujo. Hago humor dibujando, no escribiendo, porque no es lo mío. Puedo morir dibujando, puedo morir no haciendo humor.

¿Qué es el humor para vos?

Soy humorista para molestar.

¿Y molestás?

He molestado mucho. A veces sí y otras decido no molestar como antes. Siempre a alguien molesta el humor, a quien uno no esperaba.

¿Cómo ves el mundo del humor gráfico con los avances de la tecnología?

No creo que cambie mucho. El humor gráfico se puede seguir haciendo con un lápiz una pluma y acuarelas. Después emplearás Photoshop o no, pero el resultado no se modifica tanto. Salvo en la velocidad, lo que ha producido en mi trabajo el cambio tecnológico, es el tiempo de llegada de un producto mío.

¿Hay más interesados en el humor gráfico que antes?

No, todo lo contrario. Antes el público era mucho más interesado porque había revistas de humor gráfico, ahora no hay ninguna. Y si no hay revistas, es que no hay necesidad de ver amplitud de humor gráfico. Es patético lo que está pasando. El humor se ha dispersado en otros lenguajes, entonces todo lo que se recluía en las revistas, está en la radio, la TV, la publicidad, los diarios, ciertos libros, y pará de contar. El humor como lenguaje se ha vuelto un bien circulable, pero no con la forma de humor gráfico.

¿Creés que se puede revertir esa situación?

No lo sé. Me gustaría que ocurriera algo con revistas, porque aparte de ser inteligentes y divertidas, son una cantera para nuevos valores, que no se hacen solitos, sino compitiendo con otros en una misma revista. Esa fue mi historia en la revista Humor Registrado (donde comenzó a dibujar); nos decíamos “yo publiqué y vos no”. Una competencia hermosa, como los jugadores de futbol: Tenés que entrenar muy bien para poder estar el domingo. Eso ahora está en suspenso, los nuevos dibujantes en vez de mostrar en una revista, lo hacen en la Web, pero es menos rastreable. Con la revista, el kiosquero te lo decía.

Un café con gorro

“Cappuccino con medialunas de manteca” elige Rep, a quien es difícil reconocerlo sin un gorro en la cabeza. “En los ´90 viajé a México y me pelé. Me golpeaba todo el tiempo la cabeza y me la quemaba con el sol, como una rodilla. Así que empecé a comprarme gorros y me gustó mucho”. Hoy tiene más de 150, de los cuales la mayoría son regalos. “Como tengo tantos, los quiero usar a todos. Yo sé que es algo mío también”.

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*Publicado en revista Convivimos. Septiembre 2014.