“No se ama lo que no se conoce”. Vitillo Ábalos

Es una leyenda viva del folclore. Formó uno de los grupos más importantes del país, Los Hermanos Ábalos. A los 94 años, Vitillo se divierte en el escenario como lo hacía en familia. 

Por Daiana García Cueto   Fotos  Lucía Baragli

Los Hermanos Ábalos existieron gracias a su mamá. Y no sólo por el hecho de que María Helvecia Balzaretti llevó a los cinco durante nueve meses en su panza, sino que fue quien convenció a Don Napoleón Ábalos de que les diera permiso a los chicos para armar una ban-da. Los cinco años otorgados para probar suerte con el grupo se convirtieron en 65 de carrera.
También fue ella quien trajo el bombo legüero a la casa familiar. En ese momento, Víctor se enamoró del instrumento y hoy, a los 94 años, lo sigue tocando con la misma intensi-dad. Vitillo, como se lo conoce, es el último bastión de ese fuerte de la mú-sica folclórica nacional que, desde sus comienzos, asumió la responsabilidad de difundir el arte popular por todos los rincones del mundo. “No lo imagina-mos. Uno no tiene la bola de cristal que ve el futuro. Lo hacíamos por una tre-menda razón de nostalgia con nuestro Santiago del Estero”, afirma.
Entre los hermanos, había diez años de diferencia, pero esto no fue un impedimento para que los dos más chicos se escurrieran en el patio familiar para ser el público de las tardes de diversión y canciones de los más gran-des con sus amigos. “Llevaban el piano al patio, mitad tierra, mitad baldosa. Por ahí no entendíamos mucho lo que cantaban, porque era jazz. Y alguien siempre enseñaba a bailar, la patita para adelante, para atrás”. De mayor a menor: Machingo, Adolfo, Roberto, Vitillo y Machaco.
Recientemente, lanzó El Disco de Oro: Folklore de 1940. Se trata de un material doble que contiene, por un lado, las canciones de los Hermanos Ábalos re-grabadas junto a artistas como Raly Barrionuevo, Leopoldo Federico y Peteco Carabajal; y, por otro, una selección de canciones que reflejan el sonido de aquellos años.

¿Qué sabor tiene hacer música en familia?

Creo que no tiene sabor ni de la familia, ni del vecino, ni del que está en la vereda de enfrente. No se ama lo que no se conoce, y antes era más difícil conocer. Hace 60 años, no había computadora, no había TV ni celular. Don Andrés Chazarreta nació en 1876, él era nuestra referencia, cómo interpretaba él, y yo con mis hermanos es lo mismo. Lo de ayer, hoy, mañana no va a ser igual, por suerte, pero sí va a tener el mismo sabor, el mismo encanto. Cada generación hace un aporte, agrega los leños para que no se apague el fogón.

¿El folclore argentino es uno solo?

El arte popular argentino es lo mismo, pero no es lo mismo. En San Luis, Mendoza y San Juan, el arte popular cuyano no pide instrumentos de percusión; en el norte, Santiago, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja y hasta Córdoba, si no hay bombo, nadie baila. Por suerte, en nuestro país, la cosa criolla no es una sola expresión, son baldosas que encajan todas, pero de diferentes colores.

¿Qué pensás de los nuevos artistas?

Hay dos tipos de intérpretes: uno que no quiere estudiar y le gusta la cosa criolla, pero al no querer aprender, hace daño; el otro es el que estudió y conoce. El arte popular es una historia que merece ser difundida, pero primero hay que aprenderla. Si me duele la muela, voy al dentista, quien primero fue a la escuela, a la universidad y pasó por el hospital. En la música, fulano de tal pide escenario y, si no estudió, hace daño. Mucha gente me dice: “Ábalos, no me gusta el folclore”, yo no soy persona de discutir, pero, si no te gusta, es porque no te gusta como canta mengano, pero no el folclore en sí.

¿El arte tiene que ser parte de la educación?

Hay que enseñarlo desde la escuela primaria. Sería una cosa muy positiva, porque aprenderían la cosa criolla de forma natural. Cuando aprenden a zapatear un poquito, se divierten, no es como las matemáticas. Lo que el niño y la niña aprenden sobre danzas y cantos regionales no se lo olvidan nunca.

¿La danza y la música deberían estar siempre juntas?

Correcto. Algunos intérpretes han cantado un gato, una zamba, una chacarera, un carnavalito, todos son dan-zas. No todos se dan cuenta de que están cantando algo que es música, canto y danza.

¿Extrañás a tus hermanos?

Tremendamente los extraño. Roberto, el del medio, en 1997 nos dijo: “Muchachos, vamos a dejar de actuar, somos grandes, que la gente tenga un recuerdo nuestro haciendo malambo y no en muletas”. Y nos convenció. La vida es así, Machingo y Adolfo llegaron a los 90, y Roberto y Machaquito araña-ron los 80. Yo, cuando sea grande, me voy a retirar y voy a escribir mis memorias (se ríe). Muchas veces, y en fracciones de segundo, los veo a los cuatro y me quedo mudo; respiro hasta que me llegue hasta los talones. Me sorprenden; por ahí aparecen, desaparecen, los extraño.

CAFÉ RECUERDO
“Me gusta mucho el aroma. Tomo expreso y también café con leche”. Confiesa que no tiene amuletos, pero sí es muy familiero y que su casa está repleta de fotografías: “Antes tenía guardadito todo. Un día compré clavos, agarré el mar-tillo y empecé a poner todo lo que tenía escondido, pero rompí la pared… Así que opté por colocar un vidrio en la mesa del comedor y abajo tengo las fotos”.

Café con Vitillo Avalos_Página_1Café con Vitillo Avalos_Página_2

 

 

 

 

 

*Publicado en Revista Convivimos. Diciembre 2016.