“Mi fotografía es clásica y descarnada”. Eduardo Longoni

Eduardo Longoni define así su obra. Maestro del fotoperiodismo, asegura que en su oficio no existe la objetividad y que la revolución digital no atenta contra la necesidad de contar historias.  

Por Dai García Cueto Foto Lucía Baragli

Pasando desapercibido y siendo veloz. De esa manera es como Eduardo Longoni logró registrar con sus fotografías momentos determinantes de la historia de nuestro país: el gol con la mano de Diego Maradona a los ingleses, la úl-tima imagen viva de los guerrilleros de La Tablada o el auto del ministro de Economía, Juan Alemann, incendiado por el atentando de Montoneros, entre otros. El instinto como sexto sentido y un poco de casualidad jugaron el res-to para inmortalizar esos momentos. Acaba de publicar su libro Imágenes apuntadas, donde además de las fotos incluye una historia sobre el hecho registrado o sobre sus vivencias, “las circunstancias de por qué se hizo esa foto; es decir, los relatos que podía contar como fotógrafo”.

“Nací en el periodismo. La génesis es la de la calle”, dice para explicar por qué eligió el fotorreportaje. Comenzó su carrera muy joven en la agencia Noticias Argentinas y trabajó en Clarín durante más de 25 años.

Su debut fue en el 79, precisamente con el atentando a Alemann. Lo habían puesto a prueba, y ese mismo día quedó efectivo. Ninguno de los colegas tenía esa toma. Para lograrla, se había hecho pasar por fotógrafo del Primer Cuerpo del Ejército, mezclándose entre los custodios de José Martínez de Hoz. “Para mí, en ese entonces, la fotografía era la militancia por otros medios. La fotografía está en las antípodas de lo objetivo, es ideológica. Y también  son estados de ánimos. Uno va fotografiando con su propia mirada, su sello. La cámara es como un pincel para el pintor, es la herramienta que hace que pueda expresarme”, dice con la mirada algo cansada, quizás por el reflejo de los tantos disparos de su cámara.

¿Qué es para vos la fotografía?

Es mi lenguaje, mi modo de expresarme, de poder contar, sobre todo, la sociedad en la que vivo. Es importante tener en cuenta que si lo hago fuera de los límites de la Argentina, me siento como extranjero; por acá está la problemática que conozco y la investigo, porque hay muchas cuestiones que se encuentran más allá del círculo en el que vivo. Los fotógrafos somos especialmente curiosos.

¿Cómo describirías tu ojo? 

Todos los fotógrafos intentamos, desde que empezamos, ir formando una mirada propia, que es como nuestro sello. Para mí, la gran mirada del siglo XX fue Henri Cartier-Bresson. ¿De dónde se adquiere esa mirada? ¿Es puramente talento? ¿O también una enseñanza que te va dando el ver fotos de colegas, libros…? El cine es muy importante, la literatura, porque leer te hace volar a ciertas imágenes. Me parece que el hacedor máximo de imágenes es un escritor: García Márquez. Con todo eso, vas armando una mira-da, que será cada vez más personal. La mía la describiría como clásica y des-carnada.

¿El fotógrafo de prensa tiene que rebuscárselas para conseguir la foto?

Empecé a fotografiar en plena dictadura, con el precepto de que lo que no se veía, no había ocurrido. Entonces, aprendí a intentar pasar desapercibido y ser veloz en la calle, poco y certero. Esa es mi manera de fotografiar hasta el día de hoy. La foto calle-jera tiene eso de velocidad e intuición de dónde pueden pasar las cosas; es la capacidad de anticiparse. Las fotos que mostramos son producto de un certero disparo. También hemos fracasado en otras tantas oportunidades; es más, la intuición y la sapiencia son producto del fracaso.

Estuviste un solo día a prueba en Noticias Argentinas. ¿Fue suerte o qué?

Para mí el azar juega un lugar interesante en la vida. Hay algunas personas que tienen más suerte que otras, y en la foto de prensa hay que estar en el lugar y acompañar esa suerte. Hay un conjunto de situaciones que pueden hacer que se destaque una toma, eso de estar ahí es la intuición, la curiosidad de ir a determinado lugar y tener una lectura política de lo que pueda pasar, olfato. No puedo apelar a la suerte y hacer una buena foto de la calle esperando en mi casa.

¿Está en riesgo la fotografía por el avance de las nuevas tecnologías? 

Es un momento de crisis para la foto documental y el periodismo. En la fotografía, la revolución digital ha atentado contra los puestos de trabajo en los medios de comunicación, que se nutren de fotos de redactores con sus teléfonos o del público. Antes, esas cámaras estaban en manos de fotógrafos y hoy están en cada uno de nosotros. De todas maneras, de las crisis aparecen oportunidades, y hay trabajos en profundidad que no se van a reemplazar por alguien que las hace circunstancialmente. En este momento de invasión de imágenes sigue habiendo fotógrafos que buscan profundidad, fruto del pensamiento y la concepción de elegir un tema.

CAFÉ SIN SUPERSTICIONES

Eduardo puede pasar por debajo de una escalera y tener una gata negra, porque no es supersticioso. La felina se llama Lupe. También comparte la casa con Paloma, su hija de 20 años. “Tomo café y no soy muy exquisito, no puedo distinguir mucho entre uno fuerte y uno liviano; me gusta el aroma”, cuenta el fotógrafo. Hoy dicta talleres sobre foto-periodismo y suma 11 libros que recopilan sus trabajos.

CAFE CON eduardo longoni

 

 

 

 

 

*Publicado en revista Convivimos. Agosto 2017.