Hicieron temblar la escena roquera con dos mujeres al frente y un sonido original. Un power trío que no para de crecer, ahora escapándole a su propia fórmula.
Por Dai García Cueto Fotos Laura Ortego
Abandoné mi piel de antes…”, canta Eruca Sativa en el tema que abre Seremos primavera (Sony, 2019), su nuevo disco. Hacerlo es, de algún modo, una práctica constante de este power trío que tiene la capacidad de sentir el pulso de su tiempo y, a la vez, devolverlo en canciones.
Lula Bertoldi, Brenda Martín y Gabriel Pedernera debutaron como banda un 6 de diciembre de 2007 en la ciudad de Córdoba. Por su nivel como instrumentistas y la “química” que tenían entre ellos, despegaron rápidamente a la escena nacional e internacional. En ese camino, cosecharon premios Gardel y nominaciones a los Grammy Latinos. Sin embargo, dicen que el éxito les da vértigo y prefieren no pensar si marcaron otro rumbo dentro del rock. “Es muy raro hablar de nosotros, pero si lo que hacemos es un estímulo para que otros hagan música, es hermoso”, confiesa Brenda, la bajista.
Disfrutan de experimentar y sorprender, logrando con cada disco esquivar las etiquetas aplicables al género. La música los cambia y ellos hacen mutar a la propia. Este mes publican su sexta placa con nuevas canciones, en las que mezclan el ADN de Eruca con diferentes colores y estilos. Eligieron Creo como corte de difusión,
una especie de manifiesto por la unidad y la lucha con base folklórica con el que logran un fuerte impacto sonoro. “Es una letra muy actual, sentimos que era el momento de que sonara y la gente lo adoptara como un himno de empoderamiento, un mensaje para las luchas personales de cada uno”, cuenta Lula, la cantante y guitarrista. Por delante tienen la gira de presentación del álbum. Están contentos porque una vez en la ruta empieza a cerrarse el triángulo que une al grupo, el público y la música.
El corte de difusión es Creo. ¿En qué creen?
Brenda: Cada cual tiene “la suya”. Pero coincidimos, y lo expresamos en las letras, en que todos los cambios nacen de cada uno. No hay que esperar a que lo que queremos que cambie surja de otras personas, sino nosotros empezar a crear ese cambio. Los tres somos muy activos, de proponer y construir. Somos
optimistas, no nos vamos a quedar de brazos cruzados. Por eso, aprovechamos cada espacio para generar esos cambios y colaborar para que las personas que nos rodean tengan una vida mejor, más linda, digna y pacífica.
¿Hay alguna especie de manifiesto interno?
Gabriel: La primera regla sería que la música manda. Y la segunda, que no hay reglas. Tratamos, desde lo musical, de estar abiertos a lo que nos vaya surgiendo, más allá de etiquetas o de fórmulas. Intentamos estar por encima de eso y dejar que la música nos lleve, que nos vaya guiando. En estos doce años que estamos
juntos, la música ha cambiado mucho, y el mundo y nosotros también. En cuanto a lo humano, ante todo el respeto y la comunicación. Escuchar lo que el otro tiene para decir y estar atento a las necesidades de cada uno.
Componen los tres, ¿cómo es el proceso puertas adentro?
Lula: Disco a disco va variando. En este último, las composiciones son de los tres, es decir hay ideas originales de cada uno, luego todas fueron arregladas por los tres. La mayoría de las letras son de Brenda. Generalmente laburamos de manera repartida. Con Brenda a veces escribimos juntas porque nos solemos
encargar más de las letras, y Gaby se ocupa de los arreglos. Pero para este álbum trajo canciones muy memorables. Y hubo otras que quedaron afuera, que serán para el próximo. Venimos con una productividad muy alta.
¿La productividad se debe a que son metódicos o es por una creatividad que no pueden contener?
B: Es un tiempo bastante natural el que va entre un disco y otro; eso tiene que ver con que giramos mucho. Entonces, desde que nos surge la necesidad de hacer música nueva y decir cosas que nos están pasando hasta que nos metemos en el estudio a concentrarnos en darles forma a esas ideas, estamos arriba del escenario aproximadamente un año. Mientras, vamos girando con las canciones nuevas, empezamos a sentir que queremos hacer otras cosas. Así nos viene pasando. Pero en el trajín de estar de gira, se va dilatando y terminamos grabando al fin de ese segundo año entre un disco y otro. Hasta hoy fue así y funcionó bien, porque imaginate que este disco, que sale el 8 de noviembre, lo estamos gestando desde principio del 2018. Terminamos de grabarlo y ya estamos pensando en canciones nuevas, porque nos pasan cosas en nuestras vidas y queremos escribir. Si fuera por nosotros, sacaríamos uno todos los años.
¿En qué momento está Eruca?
G: Como grupo es impresionante la cantidad de cambios que hemos vivido. Nosotros, internamente, acompañándonos en la vida, porque compartimos mucho tiempo y experiencias diversas. El mundo también cambió, y eso nos pone en un lugar de constante aprendizaje y deconstrucción, una palabra que últimamente
se usa tanto y que está buena porque se trata de desaprender algunas cosas. La humanidad está pasando por un momento clave de cambio, y nosotros, como artistas, tenemos que aprovecharlo para seguir aprendiendo, para seguir buscando e ir encontrando respuestas que nos generen otras preguntas. Más años pasan, nuevos desafíos aparecen. Ojalá siga siendo así.
B: Poder cumplir doce años, haciendo lo que nos gusta, componiendo nuestras canciones, subiendo al escenario y conectando con la gente… realmente no nos podemos quedar de brazos cruzados disfrutando de privilegios o éxitos. Cada vez tenemos más la sensación de querer ayudar, compartir y devolver al mundo
todo eso que recibimos. Es mucha responsabilidad pararse en un escenario, tener los medios económicos y la salud para entrar en un estudio a decir cosas, como para desaprovechar esas oportunidades y no usarlas en beneficio de los demás. Desde nuestro lugar, al menos, intentamos decir en voz alta las cosas que nos parecen injustas. Tratamos de ser consecuentes, vivir ayudando a las otras personas y no nadando en excesos. Pasan cosas muy nefastas en la Tierra, la corrupción está en la política, todos los días matan gente, violan mujeres y
se abusan de las personas. Tenemos la lucidez de usar las herramientas de que disponemos, sean pocas o muchas, para visibilizar situaciones de injusticias y para que dejen de pasar.
¿Cómo fue el pase del circuito cordobés a “las grandes ligas”?
L: Ha sido todo muy natural en nuestra historia. No sé si hay algo que es una gran liga y otra que no, encaramos todos los shows con el mismo profesionalismo, las mismas ganas y la misma emoción de subirnos a un escenario. Incluso hay recitales en los que hemos sentido una emoción muy fuerte y no tiene que ver con la cantidad de gente ni con si fue en un megaestadio. Tratamos de estar conectados entre nosotros y con el público; mientras esté eso, no medís ningún show por si es más grande o más chico, sino por lo que estás sintiendo, si estás pudiendo transmitir tu mensaje, si la gente lo está tomando y si te transmite también
un montón de energía. El viaje de la música tiene más que ver con eso, aunque hay artistas que se dejan llevar
por agotar lugares. Pero si no hay una real conexión entre los músicos, la música y el público, es todo muy vacío, es caer en una cuestión de marketing y alimentar egos personales. Para nosotros es más fuerte lo que se genera, porque así todos nos vamos fuertes, el público y Eruca, porque sacamos algo hermoso y que está en las emociones, no lo podés medir en tickets vendidos. Y es esa emoción la que te impulsa a seguir componiendo, es como un círculo vicioso, pero muy bonito. No somos ciegos ni sordos ante esas cosas que nos mueven.
¿Hay gente con prejuicios para escucharlos?
L: Sí, puede ser. Tiene que ver con el prejuicio de que la música con voz de mujer es una y con voz de hombre es otra. Por suerte, de a poquito, eso se está yendo. A mí nunca me pasó, lo hablo desde la boca de otras personas. Incluso gente que trabajó con nosotros. Es muy loco cómo funciona el prejuicio. Existe, existió y me da mucha pena, porque si los tenés, te perdés de escuchar muchas cosas. Tengo una voz muy particular. Lo importante es que se hable, bien o mal, pero que se hable. Peor es pasar desapercibido.
B: Es un prejuicio que tiene que ver más con las personalidades que con las propuestas. Me ha pasado, por ejemplo, con Silvio Rodríguez, que no me gustaba la voz, pero me entró por las letras. Así que no nos salvamos, habrá gente a la que le gusta y otra a la que no.
¿Cuál es el poder del power trío?
G: La transformación, el aprender a escuchar y a cambiar de voz como forma de expresarse. Hoy, el concepto de power trío tal vez no nos caracteriza, el disco no tiene ese tono gritón y de mucho ruido, la búsqueda es distinta a la de antes. El poder viene por el lado del cambio, de salirse de la zona de confort, de la fórmula.
Incluso todavía estamos descubriéndola, entendiendo que como músicos podemos seguir mejorando y encontrar diferentes maneras de contar historias. Levantar la mano y decir “Esto no está bueno, necesitamos
que cambien las cosas”, eso solo se puede exigir desde nuestro lugar. La mejor manera es cambiando uno.
*Publicado en revista Convivimos. Noviembre 2019.