Luego de su primer protagónico en cine, se concentra en la música y en la poesía. La hija del «Flaco» sale al mundo, aunque prefiere ser reservada.
Por Dai García Cueto Foto Vera Rosemberg
Vera Spinetta escribió un libro de poemas para poder renacer. Cuenta que el año pasado, cuando murió el padre de una amiga, el duelo por la partida del suyo se hizo presente nuevamente y encontró en la escritura el modo de reflexionar e iluminar la tristeza. Como fruto de ese tiempo, la hija de Luis Alberto Spinetta publicó Eclosión, un libro donde le habla al amor, a la existencia, a la muerte y a la vida. Se trata de su debut
literario.
Su carrera artística, en cambio, comenzó por el lado de la actuación, con participaciones en televisión y cine. Su primer protagónico fue en Soledad, la película de Agustina Macri, interpretación por la que recibió buenas críticas y obtuvo el premio Carlos Carella a Mejor Actriz. “A nivel creativo, no sé si puedo hacer todo al mismo tiempo. Sobre todo, con la música, que requiere tanta entrega, amor y profundidad. Ahora estoy concentrada en la escritura y las canciones”, le cuenta a Convivimos.
Junto a los músicos Pablo Bursztyn y Guido Morett está preparando su primer disco. “No quiero adelantar mucho, todavía no tiene nombre. Cuando esté todo terminado, tomaremos decisiones. La mayoría son composiciones mías en formato canción, con sonidos acústicos y electrónicos”, revela.
Si bien sus hermanos, Dante y Valentino, también son músicos, los consejos se los pide a los amigos. “Las personas de confianza, a las que les muestro lo que hago y me modifican las cosas, son mis amistades. De todas maneras, en la familia, entre todos, nos incentivamos en nuestros proyectos”. En el campo musical
la vara es alta, pero dice que ya no siente presión.
¿Por qué no te animabas a mostrar lo que escribías?
Nunca lo sentí como algo externo, mis poesías eran algo muy personal. Antes de Eclosión no sentí la necesidad de compartirlas. Son textos escritos entre octubre y diciembre de 2018, y que englobaban un
momento de mi vida que ahora sí quería compartir con en el mundo.
El libro se llama Eclosión… ¿qué nació en vos?
Nacer para los demás. Durante ese tiempo, fue un momento personal fuerte e interno, y siento que la escritura me ayudó a renacer.
¿Qué expectativas tenés con el libro?
Por suerte, no muchas. Ya el hecho de que saliera al mundo, de que no sea más mío, me hizo bien. También al publicarlo pude destrabar algo de lo personal, pude mostrarme, pero sin tener que demostrar nada; puedo seguir siendo reservada, sentirme “yo” con las personas que más amo. Si bien ahora me siento desnuda
frente a los demás, no me gusta compartir lo personal.
¿Por qué la poesía?
Me parece lo más directo. Cuando leo poesía no hace falta nada de desarrollo, es un golpe, como una cachetada.
¿Sos reservada en el arte o en general?
Soy tímida en general. Es como una elección también, me gusta ser reservada. Elijo personas con las que compartir, soy muy selectiva.
¿Cada lenguaje artístico que utilizás te ayuda a liberar?
Para mí, es parte de lo mismo. Con la música y la escritura tengo un poquito más de libertad, porque es algo
muy propio. En cambio, en la actuación siempre estoy laburando sobre el trabajo de otro, es mi interpretación de lo que pudo escribir la otra persona, más la dirección y el montaje; son muchas
etapas. En el cine y la televisión es un laburo en equipo. Tal vez en teatro podés hacer cosas más personales, pero no me ha pasado.
¿Te gustaría explorar en teatro?
Sí, pero depende. Tendría que ser una obra que me guste mucho, no sé si estoy dispuesta a hacer algo sin que el texto me parta la cabeza. El teatro es algo tan preciado como momento único e irrepetible que no sé si podría poner el cuerpo en una pieza que no me gusta.
¿Qué actriz querés ser?
¡No sé! Mi meta como actriz es ser lo más camaleónica que pueda. Poder sentir de verdad los papeles que haga.
En Soledad te rapaste, ¿tenés límites para las transformaciones?
Depende de los momentos. Soledad era un papel que me importaba de verdad. Las cosas físicas no me molestan, no es donde pongo la atención, el pelo crece.
En el libro hay un poema a tu hija. ¿Qué es lo que más disfrutás de ser madre?
El amor, porque no tiene límites, es inagotable, realmente. Además, tengo que proponerme ser mejor persona y mujer para ella. También los aprendizajes. Por ejemplo, me enseñó la paciencia y la perseverancia del amor. En general, soy rearisca, el cariño lo doy cuando yo tengo ganas. Con ella nunca me sucedió eso.
CAFÉ CON AMIGOS
“Lo tomo de todas las maneras, es mi bebida preferida. Me gusta con leche, solo, casi siempre con azúcar o
mascabo”, confiesa. También cuenta que la cocina no es su don: “Me gusta mucho comer, pero cocinar me
da fiaca. Tengo que planificarlo”. Se define como casera y le gusta cuidar sus plantas. Los almuerzos familiares del domingo fueron reemplazados por noches de película con amigos. El encuentro,
cada semana, es en una casa diferente. Prefiere los pochoclos dulces.
*Publicado en revista Convivimos. Diciembre 2019.