“Hacer una película es poder mantenerse a flote”. Fernando Salem

Para Fernando Salem, hacer una segunda película es como dibujar dos puntos en el espacio y trazar una línea que los une. Lo interesante para el director y guionista es descubrir cómo es esa línea, la huella propia. Con La muerte no existe y el amor tampoco, continúa en el mismo sentido que en Cómo funcionan casi todas las cosas. Además de compartir un título largo, las historias plantean preguntas existenciales, como el lugar en el mundo, la felicidad, la vida y la muerte. “También trato de ser sensible con esas respuestas que puedan aparecer, no ser determinante. Y buscar, porque uno no termina de hacer pie en el terreno de las emociones. Hacer una película es parte de poder mantenerse a flote”.

En ambos trabajos, las protagonistas son mujeres. “La psicología femenina me parece una pileta olímpica muy profunda, difícil de explorar. Hay algo misterioso, precioso y, al mismo tiempo, simple, que me seduce,
me conquista y me motiva a comprenderlo por diferentes medios”. Como realizador, prefiere una buena interpretación a un plano bello: “No soy tan fanático de la imagen, sí de lo humano”. Además, confiesa que el rodaje no es su etapa preferida, “es una instancia donde se practica la capacidad de frustración, vos proponés y la realidad te devuelve”.

¿El último film que viste?

Los sonámbulos, de Paula Hernández.

¿Una que recomiendes?

Los amores de una rubia, de Milos Forman.

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*Publicada en revista Convivimos. Enero 2020.