Hay que cuidar que la cabeza no nos empiece a trabajar en contra”, dice Doña Jovita desde su casa en Traslasierra donde cumple con el asilamiento obligatorio. Es mayor de 60 por lo que es parte del grupo de riesgo que más debe cuidarse frente al avance del COVID-19. Sabe que la cuarentena puede ser tan enemiga como el virus: “Por eso busco que no me arrinconen las penas. Me muevo. Ocupo las manos limpiando, hilando, trajinando con las plantas y las gallinas. No hay que estarse quieta, siempre hay algo para ir haciendo”, aconseja.
Tecnología mediante, conversamos con ella sobre el impacto del coronavirus y qué aprendizajes quedarán luego del paso por el mundo. Con la sabiduría de su experiencia, deja abierta la esperanza a que la humanidad puede cambiar.
¿Durante la cuarentena, hizo algo diferente, algo que hacía mucho no hacía?
¡Claro! Me puse a agradecer sucesos de antes, los hechos ya vividos, que trabaje la memoria y que sepa dar gracias. Ahí encontré recursos que han servido para pasar tiempos bravos. Como la minga, que es una tarea de rigores compartidos para llegar a un bien común. Aunque ahorita mismo estamos en una minga, aunque no conozcamos la palabra, la estamos haciendo sin vernos sin tocarnos, solo con saber que nos cuidamos entre todos, cada cual desde su guarida.
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*Publicado en www.enredaccion.com.ar el 13 de abril de 2020.