“Todo es posible, no existen los límites”. Gaby Herbstein

La reconocida artista visual estrenó Creer para ver, un documental en el que retrata a líderes espirituales del mundo. Asegura que su principal aprendizaje fue darse cuenta de que “cada uno puede tener la fuerza para llevar adelante lo que se proponga”.

Por Dai García Cueto Fotos Gaby Herbstein

«De chica, nadie me habló de Dios ni tuve una guía religiosa. En un determinado momento, sentí un vacío y necesité respuestas, empecé a investigar, a leer”, cuenta Gaby Herbstein. Como parte de esa búsqueda, la artista visual debutó como documentalista con Creer para ver, una serie donde diferentes líderes espirituales comparten sus mensajes sobre la humanidad y su relación con el universo.

Una mañana, hace cuatro años, se despertó con el recuerdo vívido de verse fotografiando a chamanes del mundo y lo hizo realidad creando un documental que logró el aval de Naciones Unidas y la bendición del papa Francisco. Es la segunda vez que sueña un proyecto, la primera fue con su libro Estados de conciencia,
donde las imágenes juegan con lo onírico.

“Para entrevistar a Sri Sri Ravi Shankar viajé a la India con un equipo muy pesado, con unos flashes profesionales muy voluminosos. En la escala en Doha pensaron que era una bomba, nos encerraron en un cuarto y tuve que mostrar qué era, usándolo”, recuerda entre los errores de rodaje que transformó en nuevos conocimientos. “En los sucesivos viajes fui reconociendo qué aspectos eran fundamentales y cómo dividir las tareas en un equipo reducido, de una producción a pulmón”, explica. El proyecto, en el que tuvo que invertir
sus ahorros para poder concretar, se estrenó como serie de diez capítulos en la señal de National Geographic.
En Rusia visitó al chamán Nikolay Oorzhak; en México, a la abuela Margarita, al abuelo Héctor Falcón y la
abuela Niña; en la Argentina, al monje benedictino David; en Malta, al rabino Admor Hassaraf, entre otros líderes. Ahora, cuando la pandemia reduce sus posibilidades de proyectar, asegura que su deseo a futuro es rodar una segunda temporada de la serie, editar una publicación y montar una muestra multimedia itinerante.

Dice que la fotografía la sorprendió. Se quedó en el oficio porque notó similitudes con la antropología, la carrera que aspiraba seguir en la universidad. Durante los 90 su ámbito fue la moda y la publicidad, hasta que dio un giro hacia trabajos comprometidos social y ambientalmente. Son un ejemplo los calendarios que realizó con la Fundación Huésped, con retratos de Charly García, Gustavo Cerati y Carlos “la Mona” Jiménez; o el proyecto Huella Ecológica, con Fundación Azara, donde mostró a Ricardo Darín envuelto en una bolsa de plástico. “Orienté mi carrera como fotógrafa hacia una búsqueda más profunda, de tomar la responsabilidad de qué imágenes iba a querer transmitir, qué conciencia iba a poner en esas imágenes, hacia una búsqueda más profunda de mí misma y de mi trabajo. En definitiva, el trabajo del artista es un reflejo de las diferentes
etapas de la vida”, resume.

¿Cuáles fueron los principales aprendizajes de rodar esta serie?

El principal aprendizaje de todo el proyecto fue creer, creer para ver, justamente. Creer que es posible y creer
en uno mismo. Lo digo en general, no solo para este proyecto, es un aprendizaje para la vida. Cada uno puede tener la fuerza para llevar adelante lo que se proponga, todo es posible, no hay límites, uno mismo se los  pone.

¿Qué sentiste en las ceremonias con los líderes espirituales?

Experimenté ese sentimiento de unidad con el universo, de fusión. El sonido de los tambores y la forma de llevar las ceremonias te generan una conexión con la naturaleza y, como consecuencia, con uno mismo. Me di cuenta de que cuando uno conecta con la tierra y los elementos, a su vez está conectando con uno mismo. Esa impresión me quedó sellada, porque una vez que la experimentás, es inolvidable y queda tatuada.

¿Qué significa recordar espiritualmente?

Lo dice la abuela Margarita; en realidad, todos los maestros dicen lo mismo expresado de distintas formas, en diferentes culturas y filosofías. Se trata de recordar el conocimiento que ya tenemos en nuestro ADN. Todos somos seres espirituales, lo que pasa es que vamos olvidando. Entonces, estos maestros nos guían para recordar, pero el conocimiento es inherente, es parte de nosotros. Fui recordando, no te voy a decir que absolutamente todo, porque es un camino que sigue y creo que para toda mi vida, pero sí muchas cosas.

¿Qué recordaste, por ejemplo?

Que somos responsables de nuestra propia felicidad. Que somos parte de un todo, conformamos una red con el universo, con los elementos, con la tierra. Que somos una partícula de dios, que nosotros mismos podemos llegar a crear milagro. Todo en relación con la capacidad que tenemos; todos somos potenciales maestros, todos podemos influenciar positivamente en el otro. También, que somos responsables del cuidado de este planeta y tenemos que protegerlo ahora, porque ya le hicimos demasiado daño. Esas son las cuestiones más importantes que fui recordando en este camino.

El documental se estrenó en plena pandemia, ¿alguna reflexión particular? 

Agradezco que se estrenó en ese momento. Toda esta cuarentena nos hizo meternos para adentro y ver cosas que con las corridas diarias no teníamos el tiempo. De lo que trata el documental es de vernos a nosotros mismos, de descubrir nuestro propio potencial. De esto hablan los maestros en cada episodio. Entonces, es muy lindo que justo pase en un momento donde estamos con una sensibilidad a flor de piel por todo este
tiempo transcurrido en casa, de introspección.

¿En qué etapas definís tu trayectoria? 

En un primer momento, la fotografía me encontró a mí. Entonces fue una sorpresa y un deslumbramiento, una revelación. Después, trabajo duro, los 90 fueron mucho entrenamiento. Luego, el despertar de la responsabilidad como comunicadora, más allá de la fotografía en sí, para con mi trabajo. Y, por último, la búsqueda. Soy una persona supercuriosa, me gusta verme siempre buscando, creo que nunca voy a parar de hacerlo, soy una buscadora.

¿Qué cambió al salir del estudio?

Soy de viajar mucho y me empezó a gustar la fotografía de viaje. Al compartirlas en redes sociales y escribir  esa experiencia, era como viajar dos veces. Y así empecé a disfrutar de las cosas que estaban ahí y que eran perfectas tal cual estaban expuestas naturalmente. Acostumbrada a armar escenarios en estudio, algo que también me encanta hacer, empecé a disfrutar de lo que ya estaba dado y también de editar con la mirada. Cuando uno decide hacer una foto, todo el tiempo edita, al hacerla diez centímetros más al costado ya estás
tomando una gran decisión. Empecé a divertirme con eso, y quizá ese fue el inicio de buscar otros rumbos. No es que abandone el estudio, volveré porque me encanta. También me gusta probar, por eso te digo que soy una buscadora, no me gusta quedarme cómoda. No es que algo me sale bien, entonces sigo. Me aburre mucho repetirme a mí misma. Entonces todo el tiempo estoy buscándome desafíos y experimentando, que es lo que me llena de energía. La gente tiende a encasillar, un fotógrafo es bueno donde sea, en estudio o afuera; sos
fotógrafo y punto.

¿Cómo retratar lo espiritual?

Como fotógrafa es de la misma forma que cuando retratás a alguien, a un ser humano, que es conectando con la persona. Es fundamental esa conexión, porque así esa persona te va a brindar lo que es; un líder espiritual o un actor, quien sea, mostrará su esencia.

¿Hay trucos para eso?

Las ganas, la intención y el trabajo. Porque cuando estás fotografiando a una persona, es una persona. Retratar es un trabajo en equipo, no es unidireccional del fotógrafo, ahí está el error. Si se quiere lograr algo cien por ciento genuino, que tenga una determinada intención, primero conversamos sobre cuál es la intención con el fotografiado, y luego, trabajamos juntos para que así sea.

Entre tanto movimiento, ¿la foto qué valor adquiere?

Tengo mi corazoncito en la fotografía por lo fijo. La foto te da ese tiempo de observar en detalle, porque la imagen quedó quieta. Muchas veces me pasa que estoy viendo una película y es tan increíble la fotografía que  quiero que se pare. En mi casa la pauso, pero en el cine me da una desesperación porque necesito ver en detalle esa imagen que me está fascinando. Soy medio obsesiva en cómo armaron los planos, cómo se ve el paisaje o la luz, quiero que la película se detenga y tomarme el tiempo. Tal vez sea porque me obsesiona
el detalle. Estoy muy atenta a eso, me gusta y lo disfruto. La foto te deja el tiempo de observar cada detalle y no paro de sorprenderme. Si es una foto compleja, nunca terminás de ver los detalles, pasa el tiempo y, cuando la volvés a mirar, ves otra cosa.

¿Qué poder tiene la imagen?

La imagen impacta directamente en el alma de la gente. El sentido de la vista impacta directo en el alma y provoca reacciones. Es muy inmediato lo que sucede cuando uno ve una imagen, la reacción. Es mi herramienta de trabajo, entonces tengo entrenada esa parte más que otros sentidos.

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*Publicada en revista Convivimos. Julio 2020.