El artista visual y cineasta Martín Sastre acompañó a Natalia Oreiro en su gira de 2014 por Rusia. Fue en plan de amigo, pero terminó rodando un documental sobre ella y encontrándose con su propia historia familiar. Sastre tiene sangre rusa, y al recorrer el país, descubrió que su pertenencia era más fuerte de lo que creía.
Una vez arriba del tren Transiberiano, además de nieve, el paisaje le devolvía miles de fans de Oreiro en cada ciudad. “Tuve la curiosidad de presenciar en primera persona la admiración por ella. Lo que se sabe no es ni la décima parte de lo que pasa realmente. Es muy fuerte, quise mostrar ese fenómeno”, cuenta sobre cómo surgió Nasha Natasha (Nuestra Natalia). Con la película, dice, encontró algunas respuestas: “Las rusas se sintieron identificadas y empoderadas con el personaje de Muñeca brava [telenovela, 1998, 1999]. Se criaron con Natalia, jugaban a ser ella. Excede el fenómeno de celebridad, es un ícono cultural”.
Desde su Montevideo natal comenta que descubrió que la post-producción del documental es complicada y que los tiempos del cine dificultan poder focalizar en un proyecto. “No obstante, trabajando me concentro a mil, vivo el presente. Estoy muy en los detalles, sé hasta el color de los clavos. En el proceso creativo soy más distraído, porque bebo de muchos lados, es más dinámico. No soy un purista cinematográfico, soy bastante ecléctico”, confiesa
¿La última película que viste?
Lo que el viento se llevó, de Victor Fleming.
¿Una que recomiendes?
Amadeus. Es una película perfecta.
*Publicada en revista Convivimos. Septiembre 20.