“Lo positivo de hacer tango desde Bélgica es no entrar en la dicotomía de qué es tango y qué no”, sostiene Ariel Eberstein. El contrabajista vive en Bruselas hace 17 años y allí formó el Quintento Sónico. “Lo nuestro es tango vanguardia. Todo lo que es renovación, en un lugar como la Argentina, que conoce el género, lo que pasó y tendencias actuales, es más complejo”, explica.
Sin embargo, el músico piensa que es una discusión demodé. Al igual que la que se plantea entre Ástor Piazzolla y Eduardo Rovira. “Los dos crearon y revolucionaron de diferente manera. Construyeron dos lenguajes independientes e interesantes. Lo bueno es mostrar que no es Rovira o Piazzolla, sino Rovira y Piazzolla”, dice.
Con su conjunto, acaba de editar un disco donde recupera las composiciones de Rovira, algo olvidadas en el universo del 2×4. “Me conmovió su búsqueda de colores en la música, sus cambios abruptos y la teatralidad que está presente. A medida que me fui metiendo en su historia, y al encontrarme con que sus temas no se tocaban o eran difíciles de conseguir, surgió un sentimiento de reivindicación de una obra maravillosa que merece ser reconocida”. El primer disco que escuchó del bandoneonista fue casi de casualidad, por recomendación de un amigo.
Además, asegura que el futuro del tango ya llegó y va en la dirección de fronteras cada vez más difusas con el folklore y el jazz.
¿Un disco que estés escuchando?
Arcadia, de Astillero.
¿Uno que recomiendes?
Tango en una nueva dimensión, de Eduardo Rovira.
*Publicada en revista Convivimos. Octubre 2020.