El cantautor español lanzó un nuevo álbum en el que reflexiona sobre las contradicciones que reveló la pandemia. Conversación con un artista que les canta a sus experiencias más íntimas tanto como a los anhelos colectivos.
Cuando pienso qué legado respecto a la vida le puedo dejar a mi hija, me doy cuenta de que son más preguntas que respuestas. Quizá sea lo que precisamente se le puede dejar, el interrogante constante que es vivir”, confiesa Ismael Serrano por videollamada. Atrapado en el azul de fondo de su oficina, confiesa que dudar es su motor creativo, un modo que equilibra su formación científica (estudió Física) y su vocación de músico.
El trovador madrileño duda, luego compone. Se hace muchas preguntas sin escaparles a las que lo involucran a él o a su oficio. La pandemia le generó nuevas inquietudes sobre el mundo en el que vivimos y sobre cómo somos. Algo de eso está en Seremos, su reciente álbum, donde busca el encuentro, valora el presente y cuestiona la figura del cantautor como un soberbio declarante de verdades o un irremediable perdedor. Insiste en que la canción de autor es un género de resistencia en estos tiempos y que los artistas no se expresan políticamente por miedo a pecar de panfletarios, pero que no le temen a la cursilería de un tema meloso.
Hace más de 24 años que la guitarra es su compañera en el camino de cantarle historias a la gente. Con ella, pasó de recorrer los bares de España a girar por Latinoamérica, y hasta se dio el gusto de grabar un disco en el delta del Tigre, en Buenos Aires, solo con su instrumento y el canto de los pájaros. Seremos es el número 15 de su carrera.
El primer track del álbum es No soy. ¿Quién es Ismael Serrano?
No lo sé. Supongo que el ejercicio de escribir canciones responde a esa pregunta, a la búsqueda de un relato propio, de una voz propia, de una identidad. Creo que soy un tipo con miedo a la soledad, que escribe canciones para crear espacios de encuentro que le permitan sentirse acompañado ante la adversidad, sus inseguridades, sus frustraciones, alegrías y tristezas. Es más fácil definirse por lo que uno no es… ¡pues no lo sé! Creo que es una construcción, una búsqueda constante de la identidad, que va mutando con el tiempo. Hay cosas que son esenciales, soy alguien que siente la necesidad de expresarse ante la injusticia, ante la desigualdad, alguien que entiende la música como una terapia para sobrellevar las dificultades. Soy alguien que cree en la lealtad a ciertos principios, a los afectos, a los amigos. Soy alguien que tiene más preguntas que respuestas, a quien le parece que la duda es un método de conocimiento; hay que dudar.
En el tema decís “No soy el cantautor que viene a ordenarte la vida”, ¿qué debería definir a un cantautor en este tiempo?
La definición más clara la da la tradición. El cantautor es alguien que hace la crónica social y sentimental del mundo en el que le toca vivir, con un vuelo poético y tratando de encontrarle el equilibrio de lo que se dice y cómo se dice. No solamente le canta al yo y se mira al ombligo, sino que les canta a sus experiencias más íntimas y personales, pero también a los anhelos colectivos. Es alguien que trata de encontrar en lo cotidiano esa poesía que no somos capaces de ver, que renueva el folklore tradicional adaptándolo a su tiempo. Lo que mejor lo define es la tradición, desde Woody Guthrie y Bob Dylan hasta Joan Manuel Serrat y Silvio Rodríguez.
Hablás de que somos un mar de contradicciones… ¿Cuáles descubriste?
Las contradicciones son las de una persona muy consciente de los privilegios con los que vive y que, sin embargo, lucha por un mundo mejor, para que no exista esa desigualdad de alguien viviendo con privilegios. Las contradicciones de alguien que es sumamente inseguro y trata de tener respuestas ante las grandes preguntas, y que se da cuenta de que no tiene más que dudas. Las de alguien que encuentra en la música un pilar importante para convivir con los miedos y preocupaciones, y que se da cuenta de que la música no lo es todo en la vida. Alguien que se pone muy serio muchas veces, y es consciente de que no se lo tiene que tomar tan seriamente. Las contradicciones con las que vivimos todos.
“EL CANTAUTOR ES ALGUIEN QUE HACE LA CRÓNICA SOCIAL Y SENTIMENTAL DEL MUNDO EN EL QUE LE TOCA VIVIR”.
¿La duda es un potencial creativo?
La duda es un motor creativo, porque fundamentalmente escribes canciones para encontrar respuestas, y porque dudas respecto a ti mismo, a los demás, al futuro. Es una manera de encontrar algo de orden en el caos, de rescatar ciertos momentos vividos del olvido, de transitar el duelo y sobrellevar la pérdida. La pérdida genera duda, interrogantes; la renuncia también. Así que mi motor creativo es la duda.
¿Es una búsqueda puntal que tus discos tengan un concepto?
En cada disco sé de qué quiero hablar y busco darle un tono conceptual, pero es un proceso. Sé qué quiero decir, pero cuando todo se posa y termino el conjunto de las canciones, me doy cuenta de que hay una intención, un estado anímico, un estado creativo. Incluso a veces, al tiempo de editado el disco, reconozco que he ido depositando ideas recurrentes, preguntas que me persiguen y que aparecen en las canciones. En Seremos creo que es la vocación de futuro, la mirada hacia adelante, creo que tiene que ver con el tiempo que nos toca vivir. Una vez terminado, advertí que es el disco con más colaboraciones en mi carrera, y quizá eso responde a la necesidad de sentirse acompañado en un momento en que no hemos podido estar cerca de la gente querida y la necesidad de sumar voces que le den luz al disco. Y son cosas de las que caes en la cuenta cuando pasa el tiempo y tienes algo de perspectiva para mirar las canciones, no siempre cuando estás en el proceso de creación, aun cuando yo no soy un tipo de composición automática. Cuando empiezo una canción, es porque quiero hablar de algo en concreto.
A medida que pasa el tiempo ¿te sentís más a gusto con lo que escribís?
Sí, pero también porque soy muy exigente. Además, es inevitable que sientas más cercanas las últimas canciones, porque hablan de ti en presente. Aunque uno también es lo que fue. Me siento muy identificado con las canciones que hice hace 20 años, pero las canto desde otro lugar. Por ejemplo, Papá cuéntame otra vez la escribí como un reproche a los padres y ahora la canto como un padre que trata de encontrar un relato para su hija. Entonces las canciones adquieren otra dimensión y ocupan otro lugar en tu vida y en tu cabeza. Pero claro, las últimas seguramente te definen más emocionalmente y sentimentalmente en muchos aspectos.
Regresaste al estudio después de siete años, ¿qué te gusta de ese momento?
Ha sido muy diferente esta vez. Todo acto cotidiano se ha visto afectado por una crisis sanitaria que además nos somete a un estrés permanente. Entonces la grabación de Seremos ha tenido un estrés añadido por los protocolos y las preocupaciones que hubo que tomar para la grabación. A mí el estudio me encanta, porque es un laboratorio en donde se sigue desarrollando el proceso creativo que comienza con el ejercicio de componer. Uno escribe una canción, pero las canciones crecen, se ramifican, adquieren otro tono cuando se producen. Cuando se entra a un estudio, se les imprime más épica si la canción exige o más crudeza si lo pide también. Me entusiasma el ejercicio de producción que se genera allí, aunque he de decir que hay mucho trabajo previo. Cuando entro al estudio tengo bastante claro qué es lo que quiero, qué pretendo de los músicos y qué resultado espero, trabajamos mucho las maquetas y demás. Pero en el estudio hay una tensión creativa que hace que las canciones sean muy diferentes a como uno las tenía planeadas, toman otros caminos. De hecho, hay un ejercicio muy bonito en el proceso de producción que es el de economizar recursos; te pasás más tiempo quitando cosas que poniéndolas, hasta las letras de las canciones se cambian. En el estudio prolongo la fase de composición en muchos aspectos. Es verdad que la imposibilidad de reunirnos, por ejemplo con Pablo Alborán, con quien canto La primera que despierta, ha cambiado mucho todo. Todo es más engorroso y difícil, pero también ha sido muy satisfactorio el resultado final.
¿Cómo te llevás con los cambios?
Con los que son para bien, claro, me llevo bien, cuando nos llevan a un lugar bonito y nos hacen sentir mejor. Los cambios en sí mismos no me dicen nada, depende dónde te llevan.
DISCO POR DISCO
Una recomendación para escuchar Seremos: Ojalá se puedan tomar la calma que merece escuchar un disco; hay veces que no nos damos ni el tiempo para el ejercicio de escuchar con atención. Ningún consejo más que abrirse con el corazón y la mente.
Un disco que recomiendes: El árbol y el bosque, de Rozalén. Es una cantautora con mucho para decir.
*Publicada en revista Convivimos. Julio 2021.