“EL CINE ES UN ARTE COLECTIVO”. FLORENCIA WEHBE

Lleva dirigidas dos películas, y otras tantas como guionista o directora de arte. Trabajadesde Córdoba con el foco puesto en los vínculos y asegura que el cine se logra en equipo. “Es de donde más me agarro”, dice.

Foto Sebastián Salguero

Por su fobia a las agujas, Florencia Wehbe renunció a sus planes de convertirse en veterinaria. El amor por los animales sigue intacto, pero descubrió en el cine su profesión, y a los 32 años acaba de terminar su segundo largometraje como directora. Remonta los inicios de esta pasión a los cuentos que escribía de niña y a su facilidad por inventar mentiras en aquel entonces.

“Al cine lo descubrí, porque no nací con esto, no tenía idea de nada”, cuenta la riocuartense que se instaló en la ciudad de Córdoba para estudiar la carrera. “Al principio me costó y me volvía todos los fines de semana, soy muy de estar con mi familia”, recuerda rodeada de objetos que la hacen presente, como pinturas de su papá o una mesa de mosaicos hecha por su mamá.

Debutó con Mañana tal vez, un film sobre la relación entre un abuelo y su nieta, y en 2022 espera estrenar Paula, que cuenta la historia de una chica con anorexia. “En este caso se trata de un vínculo con uno mismo pero que, a la vez, es un vínculo que generamos a partir de una sociedad opresora. Me propuse tratar una problemática interna, pero que se vea como un problema de todos, que no es individual”, comenta con los ladridos de Pedro, su perro, de fondo.

¿Qué aprendiste en la primera película que te haya servido para la segunda?

No sé si fue un aprendizaje de cero, porque vengo trabajando como equipo técnico de otras películas, sobre todo hago dirección de arte. Siempre entendí que el cine era un arte colectivo, que sin el otro no se puede hacer nada. Fue llevar a la práctica en primera persona eso que sabía, que había visto y experimentado. El trabajo en equipo es lo que estoy reafirmando en Paula y de donde más me agarro. Tener la capacidad de decir “Che, no sé cómo solucionar esto, ¿alguien me ayuda?”, que no sepa algo o tenga una duda no será nunca una traba para la película, alguien de alrededor sabrá más que yo o podrá solucionarlo. Para lograr eso hay que poder soltar los proyectos. También tener la capacidad de explicar qué se quiere contar y cómo, para que la gente se lo apropie y desde ese lugar pueda aportar.

¿Qué descubriste de vos como directora? 

Que soy muy buena dirigiendo actores, aunque me cuesta decirlo [risas]. Para mí los actores son nuestra herramienta para contar las historias, y es la que me genera más inseguridad, porque son seres humanos que le están poniendo el cuerpo a algo que yo quise contar. Entonces, siento que hay que tener cuidado y ser amable; y a veces, en la vorágine de un rodaje, es muy difícil tener esa paciencia de escuchar. Por eso, es un desafío enorme tratar con ellos. Capaz en Paula tengo feeling con el elenco porque la mayoría son adolescentes, di clases muchos años y me parecen lo más.

¿Cómo es tu mirada del cine? 

Lo único que tengo claro sobre mi visión del cine es que para mí es una herramienta para cuestionar cosas, para contar, para denunciar. Si bien también es un entretenimiento y está bien que así sea, yo sé que quiero tenerlo como una herramienta para hablar de las cosas que me incomodan, de lo que creo necesario, para poder hacer pensar y reflexionar. No sé si lo logro, es un objetivo altísimo.

Los procesos en el cine son largos, incluso pueden durar muchos años, ¿sos de ponerte ansiosa?

El estreno de Mañana tal vez fue en pandemia y eso fue durísimo, me calmó el COVID-19. Soy ansiosa, pero no respecto a esto. Tengo mucha capacidad para aprender de los otros, observo mucho y aprendo, así me di cuenta de que no sirve de nada la ansiedad, hay que ir paso a paso. También sucede que los procesos son muy naturales, no podés forzar nada. Luego, una vez que la película está terminada, tiene un poco de vida propia, vos le abrís la puerta y por donde entró, entró. Para mí, lo más tortuoso son los años de desarrollo hasta que empezás a filmar. Por ejemplo, Paula la escribí en 2016. Además, aprendí a no pasarla mal hasta en este tiempo. Durante el desarrollo agarraba muy poco el guion, solo cuando era necesario. Si no, siento que se desgasta, es difícil mantener el entusiasmo y el amor por lo que estás haciendo después de tantos años. Hay colegas que llegan con la versión diecisiete del guion, yo llegué a la siete. La ansiedad es peligrosa, te puede desencantar.

¿Cómo es un día de rodaje? 

No soy la primera que llega, pero tampoco soy impuntual [risas]. Cuando entro al set, me gusta ver el lugar donde vas a filmar sin luces, sin actores, con lo básico de arte. Para poder pensarlo en frío antes de que entren todos. Ahí sí me quedo tranquila para arrancar, cuando ya tenemos qué vamos a hacer.

¿Sos de decir “Mañana tal vez” o preferís el hoy?

Hoy. Si tengo tiempo, no dejo nada para mañana.

CAFÉ COMPAÑERO 

Antes de empezar a filmar, Florencia tiene el mate listo bajo el brazo. Toma café solo para compartirlo con su pareja, el también director Darío Mascambroni. Su papá es el periodista Osvaldo Wehbe, quien falleció un mes antes del estreno de Mañana tal vez, en 2020. “A nivel ético-profesional me dejó la dignidad, la humanidad, ser buen compañero y lo poco exitista que era”, comparte, y su emoción se hace profunda como el mar que pintó su “viejo” en un cuadro colgado en el living. “Era un pavo, no quería mostrar nada”, cuenta cariñosamente.

cafe con octubre

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*Publicada en revista Convivimos. Octubre 2021.