Antes de realizar un retrato, Pablo Bernasconi investiga hasta el último detalle del personaje, porque, asegura, no da lo mismo cada uno de los objetos que utiliza en sus collages digitales. “Los construyo con elementos conceptuales, pero a la vez reales, por eso soy cauteloso y preciso con lo que elijo”, cuenta.
“Por ejemplo, a Diego Maradona le hice los pelos con botines, pero no podía poner de cualquier marca, tenía que ser la que él usaba”, explica el dibujante que lanzó una nueva edición de Retratos que incluye los tomos anteriores y las últimas creaciones. Desde los primeros hasta los actuales, logró liberar la presión sobre la recepción de los espectadores y aprendió la irreverencia frente a las personalidades que ilustra. “Al principio era más pacato, los tomaba con muchas pinzas, por las dudas no se enojen, ahora no me importa nada. Entendí que si le vas a plantar un morrón en la nariz no le podés tener respeto”.
“Todo lo que hago es un experimento, me desafía lo que todavía no probé. Además, por más práctica que tenga, mi sensación es que estoy empezando de cero cada vez. Arranqué con un retrato y me parece que nunca lo hubiera hecho antes, cuando hice más de trescientos”, dice el autor que, en simultáneo y por pura coincidencia editorial, junto con Retratos publicó otro libro: Para mover el mundo.
¿Un libro que recomiendes?
Ararat, de Louise Glück.
*Publicada en revista Convivimos. Noviembre 2021.