“LA MÚSICA CLÁSICA TIENE UN MONTÓN DE ROCK”. JULIETA IGLESIAS

Es pianista y se animó a versionar a Piazzolla y a Serú Girán desde la música clásica. Charla con una argentina en Londres.

Julieta Iglesias llegó a Londres sin trabajo, sin casa y sin piano. Rápidamente consiguió una habitación y empezó a dar clases en una academia, pero le faltaban las teclas. Por suerte, en las estaciones de subte inglesas hay pianos para que la gente use, y ella, como una niña frente a un juguete nuevo, se abalanzaba para divertirse entre melodías. “Los primeros meses sin un piano me producían desesperación. El piano es una extensión mía a esta altura de la vida”, dice Julieta, con 37 años y más de 30 de pianista.

Hoy ya está instalada en la capital del Reino Unido, sin añorar demasiado sus días en la Argentina. “Solo extraño el cielo celeste, ni siquiera el clima”, confiesa por videollamada desde el país de The Beatles y Queen, sus bandas favoritas. Se mudó en 2018 con la intención de proyectar una carrera internacional. Desde entonces editó seis discos, el último un homenaje a Serú Girán en el cual versiona las canciones del grupo liderado por Charly García con arreglos de música clásica. Actualmente vive de sus clases particulares y conciertos, muy contenta de compartir la música argentina con espectadores de todo el mundo.

¿Londres ofrece más posibilidades para una pianista clásica?

Creo que sí, porque hay más salas con programación constante y más público que asiste. En la Argentina movilizar a la gente era complicado. Allá, si los conciertos son en la semana, se cruzan con los horarios de oficina; acá, al mediodía la gente corta y va a recitales que se hacen en las iglesias. En ese sentido, en Londres todavía la música clásica tiene un lugar más cotidiano, aunque tampoco está en pleno auge.

¿Qué te gusta de la música clásica?

Te hace atravesar por un montón de estados. A veces me pasa que estoy estudiando alguna obra, pienso que ya está lista para presentarla en vivo, pero no, porque mientras estoy tocando, en ciertos momentos me sobrepasa de emoción y no puedo seguir, me empieza a latir el corazón. La música clásica tiene un montón de rock. Al escuchar una orquesta tocar una sinfonía de Beethoven, se te mete por adentro la vibración, y si además sabés la vida del compositor, te vuela la cabeza. Es impresionante lo que genera, ojalá no estuviera tan olvidada en la cotidianeidad, porque son increíbles las emociones que produce. Por eso la amo.

¿Versionar música popular desde la académica es motivar el encuentro con el género?

Desde que salió Londres suena a Serú me han contactado mucha gente y radios puramente de rock, que empiezan a vislumbrar y aceptar que la música clásica no es aburrida, sino que te maravilla, que te mueve. No es algo que se me ocurrió a mí, se está buscando unir a los públicos, atraerlos por la parte popular, recordarles que la música clásica es divertida y genera emoción.

¿Tu faceta compositiva apareció con el disco homenaje a Astor Piazzolla? 

Cuando me dedicaba solo a la música clásica, me pasaba horas estudiando, y en un momento decía “Bueno, me pongo a jugar”. Entonces, si estaba practicando algo de Chopin en tonos menores, probaba con mayores, inventaba de ese modo. Después, cuando agarré Piazzolla, las partituras con reducciones a piano son muy básicas, así que un poquito le tenés que agregar. Así empecé a probar cada vez más, escuchando en profundidad, saqué su esencia, qué elementos rítmicos usaba para poder meterlos en mis propias versiones. Fue muy natural. Después con Serú comencé a probar cómo sonaría una pieza si la estuviera tocando Serguéi Rajmáninov, era versionarlo como si fuera música clásica, utilizando elementos de la música académica. Así fueron saliendo las cosas, y cuanto más hacés, te retroalimentás con más ideas.

¿Querés ser una Chopin? 

Fue mi meta siempre. Sigo estudiando música clásica, no es que cambié de vereda, me encanta y voy a seguir. Pero tengo los pies sobre la tierra también, hay una cantidad de pianistas eximios impresionantes en todo el mundo. Y no sé si hay tanto público para tantos músicos.

¿Tenés composiciones propias? 

Tengo cosas cien por ciento mías. Luego de hacer los arreglos, empecé a probar para ver qué tenía para ofrecer dentro de mí. Tengo una obrita que se llama Kandinski, una especie de jazz fusión con música clásica. La idea es seguir trabajando un poco con eso para buscar mi propia impronta como compositora, que es algo que no tenía pensado, pero que empezó a surgir y está teniendo su pequeño crecimiento, veremos en qué deviene.

¿Por ahora cómo suena?

Suena muy lúdico, muy cambiante. Todavía estoy probando, así que podemos encontrar cosas más alegres y otras más psicodélicas. No creo que tenga un sello particular, sino cosas muy variadas, aun no hay algo sobre lo que puedas decir “Esto es de Julieta Iglesias”. Tampoco sé si lo habrá, porque cuando compongo no hay algo que siga exactamente el mismo camino que lo anterior.

CAFÉ CON ALIANZA

En 2021, Julieta dio el sí y se casó con un argentino que conoció en Londres. Cuenta que en la ciudad donde vive con su marido se toma mucho café: “Acá todo el mundo anda caminando con su vasito de plástico o térmico. Además, por cualquier lugar que pases se siente el olorcito a café. A mí me encanta, sobre todo con leche, pero no abandoné el mate para nada”, cuenta mostrando el termo.

cafe con julieta iglesias

*Se publico en revista Convivimos. Abril 2022.