“ROMPEMOS EL ESTEREOTIPO DE LO MASCULINO”. CHIACHIO & GIANNONE

Son una pareja de artistas visuales que usan técnicas manuales y artesanales como el bordado. Se reconocen una voz queer en la escena contemporánea y, entre colores, cuestionan los límites del género, el trabajo, el arte y la familia 

Foto: Laura Ortego

Chiachio & Giannone podría ser el nombre de un mercado de ramos generales o de una casa de ropa; sin embargo, es el nombre de un artista visual “con cuatro manos y dos cabezas”. Se trata de Leo y Daniel, quienes desde hace veinte años unieron sus vidas y sus artes como el hilo se abraza a la tela luego de una puntada.

Uno porteño, el otro cordobés, los dos formados en pintura, se volcaron a diferentes expresiones del arte textil, recuperando técnicas ancestrales. “Cambiamos los pinceles por agujas, y los óleos y los acrílicos por los hilos”, dice Daniel, el más grande de la pareja. La fascinación por lo manual se remonta a sus infancias, rodeadas de oficios, como la herrería y la orfebrería. Por eso, en su producción aparecen la porcelana y otras diversas “manualidades”.

A lo Frida Kahlo, ellos son los protagonistas de sus obras. Pueden aparecer entre el verde de una selva, durmiendo en su cama, como equecos o representando leyendas populares. “Es interesante ver cómo cambiamos en el tiempo, somos otros, pero a la vez somos los mismos. Ahora somos hombres con barbas blancas”, reflexiona Leo.

¿Por qué están presentes en sus obras?

Leo: Si hablamos de nosotros, la mejor manera era hacer el retrato y transformarnos en escena de todo lo que pensamos. Después nos dimos cuenta de que como íbamos envejeciendo, era algo nostálgico de atrapar el tiempo y conservarlo.

Daniel: También trabajamos usando fotos viejas, de antes de conocernos, entonces es revisitar ese momento, volver para atrás para vivirlo juntos.

¿Por qué se pasaron al bordado? 

D: Hace veinte años, cuando irrumpimos en la escena del arte contemporáneo, era un gesto político que dos hombres se pusieran detrás de la máquina de coser con aros, agujas e hilos. Borrar las fronteras entre trabajo y género, qué pasa cuando dos hombres se apropian de una técnica reservada al mundo femenino, también tiene mucho para decir. Además, al ser una técnica independiente a ambos nos ayudaba a borrar el gesto individual, porque una de las cosas a las que apuntamos es quitar la autoría, el ego del artista. Y también el bordado nos permitía seguir trabajando con nuestro saber hacer, que es el manejo del color, así se transformó en una obsesión traducir la pintura al lenguaje del textil.

¿Qué características requiere el bordado?

D: Buena motricidad fina y paciencia en un concepto más amplio. Bordar es muy introspectivo, son pequeños mantras que vas repitiendo, y vas teniendo una transición de reencuentro con vos, con el trabajo, de conectarte con lo que estás haciendo.

L: Hay algo más, que es que vas a contracorriente. Es trabajar con una técnica ancestral, como lo textil, con una manera de hacerlo que lleva mucho tiempo, unos tres meses, que es poco pero el mundo contemporáneo necesita que todo sea ayer. Eso da un poco de ansiedad.

D: Abordamos el bordado diferente a como lo hace un bordador, que sigue un patrón. Nosotros le faltamos un poco el respeto a la técnica, y lo que hacemos es pintar con hilos.

L: No le faltamos el respeto, la respetamos tanto que la llevamos hacia otro lugar. Hay mucha improvisación, porque tiene que ver con el modo de pensar la pintura, si siguiéramos un patrón que ya está hecho previamente, no tendría sentido el bordado.

D: La abordamos con mucha libertad, no creemos ni en los aciertos ni en los errores. Es una forma de trabajar diferente, porque así como nunca sabemos hacia dónde vamos a ir, el lugar al que llegamos casi nunca es el que imaginamos primeramente.

¿Cómo describen a Chiachio & Giannone?

D: Es apasionado con la manera de producir y es inquieto. Todo el tiempo está dando un giro en lo que hace, en qué más puede contribuir al arte contemporáneo, al mundo del textil, se desafía constantemente. Es muy autoexigente. Nos gusta ser así, tiene que ver con las obsesiones.

L: Es la portavoz de una comunidad, que ama la tarea y el trabajo. Tiene mucho de amoroso en el proceso. También hay una ruptura de los estereotipos, de lo masculino con otras masculinidades y con tener un pensamiento más colectivo de una obra de arte.

D: Desde el principio trabajamos con la idea de irrumpir, de incomodar, de mostrar algo que viene a cambiar o a presentar otra lectura.

¿De qué se trata Fiesta, que están exhibiendo en Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat?

L: Nos invitaron al ciclo “Explorando la Colección Amalita” y repensamos la obra Pericón en el patio de la estancia, de Pedro Figari. Nos preguntábamos quién no estuvo invitado a esa celebración de constitución de la Nación, entonces creamos una nueva fiesta donde invitamos a quienes queremos que construyan una Nación más queer. Para eso, expandimos el proceso creativo a una cineasta y una coreógrafa.

D: Esos cruces son muy enriquecedores, no tienen vuelta atrás, te modifican, siempre para bien.

CAFÉ CON SALCHICHAS

Se levantan temprano, Daniel es el encargado del desayuno y luego ponen manos a la obra. Leo prefiere café negro, “cuanto más amargo y fuerte, mejor. Sin leche ni azúcar”. Su compañero toma solo por la mañana, “sin azúcar, cortado apenas con leche de almendras”.

En su casa-estudio en Buenos Aires conviven con sus tres perros salchichas: Piolín, de 18 años; Chicha, de 7; y La Dorado, de 6. Sus hijos de cuatro patas también son protagonistas de sus obras.

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*Publicada en revista Convivimos. Enero 2023.