Con una propuesta escénica que une la música y el teatro, cuatro mujeres se ríen del despecho y les cantan a otras formas de vivir el amor. Charla con una de las creadoras de Las Despechadas.
Foto: Rodrigo Brunelli
“Me autopercibo una despechada perfecta”, confiesa Luza Osorno. Tanto es así que su primera pena de amor lejos de su Colombia natal la impulsó a crear Las Despechadas, una banda de artistas para cantarle al desengaño y reírse de los dolores de corazón.
En 2010, la actriz llegó a Córdoba detrás de una relación que no prosperó, y luego de la separación, necesitaba descargar sus emociones. Como trabajaba de moza en un bar, pidió permiso para dejar la bandeja y agarrar el micrófono: “Necesitaba exorcizar lo que sentía cantando canciones”. Así nació la primera versión de Las Despechadas, que hoy, además de Luza, integran Libertad Gala, Ivalú Hayipanteli y Mara Santucho, y los tres músicos que las acompañan en vivo.
“Desde el principio, está claro que no es exclusivamente una banda de covers, el componente diferencial es lo escénico. Nuestros textos dramáticos son las letras, y entre cada canción hay sketches de humor”, aclara. Actualmente, el grupo tiene dos formatos: el show musical, “la propuesta más fiestera, donde la canción es protagonista”; y la obra de teatro Con el diablo en el cuerpo, estrenada en 2021, con dirección y dramaturgia de Belén Pistone. Además, entraron al estudio de grabación gracias a una beca del Fondo Nacional de las Artes. Sin fecha confirmada, en los próximos meses Las Despechadas presentarán su primer disco.
¿Qué ponen en escena en Con el diablo en el cuerpo?
Es una línea del tiempo sobre la historia del despecho. Planteamos que la primera despechada de la humanidad fue, en la tragedia griega, Clitemestra, esposa de Agamenón; después hablamos de las icónicas, Jackie Kennedy y Marilyn Monroe, y también de lo cotidiano, de las despechadas más actuales. Todo acompañado con música en vivo.
¿Qué han aprendido sobre el despecho?
Hay una construcción del amor romántico que hemos mamado de toda la vida, sobre el cual no tengo nada en contra, me encanta, pero sé que hemos sufrido innecesariamente. Si los vínculos hubieran sido construidos de otra manera, habríamos sufrido menos; podemos encontrar otras formas menos capitalistas y más amorosas de relacionarnos con quienes amamos. Hemos aprendido que el despecho no puede ser violento, que desolemnizar esa pena es necesario y sano, nos podemos reír de ese dolor, sabiendo que nadie es propiedad de nadie y que las cosas que duelen las atravesamos o las desbaratamos tratando de no repetir conductas. Ese tránsito también lo han tenido Las Despechadas. Al principio éramos muy bélicas, elegíamos canciones que tienen una carga de violencia tremenda, como las de Cacho Castaña, por ejemplo; ahora nos preguntamos “¿Qué hemos estado escuchando a lo largo de la vida?”. Entonces, desarmar esos temas que construyen imaginarios e identidad nos ha llevado a reflexionar en qué queremos cantar ahora. Es la primera vez que estamos componiendo nuestras canciones y escribimos las letras con lo que nos gustaría escuchar.
¿Hacia dónde apuntan las nuevas letras?
Creemos en un amor sin conquista, nadie conquista a nadie, sino que lo construimos, lo armamos, pero sobre todo respetando los márgenes de los otros y las otras. No todas las canciones pueden hablar del dolor porque me abandonaste; empezamos a cantarles a otras partes del cuerpo, a la cachondez, a lo erótico de la otra persona. Celebramos las separaciones, empecemos a transitarlas con menos sufrimiento. Además, el despecho no es solo del amor, es de nuestros padres, de nuestra tierra, es más amplio. Los nuevos temas hablan de eso, estamos en esa búsqueda.
¿Cómo fue entrar al estudio de grabación?
Grabar es un viaje superdifícil que no conocemos pero que estamos muy contentas de atravesar, sabiendo que no vamos a hacer un disco que sea premio Gardel ni que somos las grandes cantantes. Lo hacemos por dos cosas: porque nos lo debemos para nosotras y porque estamos grabando un álbum sobre lo que nos gustaría escuchar cantar. Ha sido un gran desafío.
¿Cómo es la respuesta del público?
Me da gracia que como somos mujeres hablando de despecho, los hombres piensan que los vamos a acribillar y que es un show solo para ellas… ¡ay no! ¿Desde cuándo te fue tan bien en el amor? Ellos se sienten interpelados, sabrán por qué, nosotras hemos tenido que poner vidas a causa del despecho, los varones lo dudo. El show es una paleta de colores que genera reacciones y emociones distintas, sin embargo a todos nos atraviesa por igual.
¿El despecho le toca a cualquiera?
El despecho ha sido transversal a todas las personas, no respeta géneros. En algún momento todos van a sentir que les estrujan el corazón.
CAFÉ A LA COLOMBIANA
“No puedo arrancar el día sin café. Así como acá necesitan de la mateína, yo necesito cafeína. Me gusta fuerte, intenso”, revela Luza. Además, cuenta que sus compañeras de grupo han aprendido a diferenciar la calidad de esta infusión: “Lo que viene en frasco pulverizado no es café. Cuando voy a Colombia, les traigo su paquetico, y desde que lo probaron por primera vez, se dieron cuenta de lo que habían estado tomando”.
*Publicada en revista Convivimos. Febrero 2023.