Facundo y Ezequiel Posse son los primeros bailarines en conformar una pareja del mismo sexo dentro de la escena folklórica. Su actuación revolucionó el último Festival de Cosquín con un beso coreográfico. Charla con los hermanos que eligen arriesgarse.
Foto: Sebastián Freire
Dos cuerpos bailan en el escenario del mítico anfiteatro José Hernández. Se mueven sincronizados y precisos, sus brazos pincelan el aire junto a un pañuelo blanco mientras sus piernas se elevan, saltan y caen al mismo tiempo. Suena la cueca Sin palabritas, interpretada por Hernán Figueroa Reyes, y como parte de la obra Los amantes los bailarines equilibran sus ejes apoyándose en sus bocas y caen en un beso.
Ese fue el movimiento coreográfico que dejó atónito al público de la Plaza Próspero Molina y que generó gran repercusión mediática y también polémica, ya que muchos celebraron el riesgo que tomaron Ezequiel y Facundo Posse, y otros tantos lo rechazaron de plano. Lo cierto es que, con esta pieza, los hermanos oriundos de Berazategui, localidad del sudeste del Gran Buenos Aires, se consagraron como una de las revelaciones del Festival de Cosquín 2023 y resultaron ganadores en la categoría “Pareja de Baile Estilizado”, luego de tres intentos previos al certamen.
Sonrientes, aseguran que los sorprendió la trascendencia, pero que están contentos porque así lograron alcanzar a un público que no sigue ni a la danza ni a la música fol-klórica. “La vecina que está haciendo zapping y enganchó la transmisión del festival”, explica Eze, el mayor del dúo.
No es la primera vez que llevan a escena debates actuales o revisiones históricas. Antes de su obra sobre los amantes porteños en los años 50, crearon piezas sobre los nietos desaparecidos o sobre la salud mental, entre otras.
Con 27 y 21 años, llevan la mitad de sus vidas bailando. A pesar de no tener referencias de parejas de baile del mismo sexo, decidieron arriesgarse y encarar en este camino, solos, siendo, además de intérpretes, coreógrafos.
¿Por qué darse el beso?
Facundo: La obra fue mutando, cada vez que competíamos cambiábamos algo. Dos meses antes de la final, Eze me dice de probar el beso como movimiento coreográfico. Para nosotros no era extraordinario, estamos acostumbrados a usar el cuerpo como ficticios, como apoyo, técnica y coreográficamente. Entonces, a la hora de pensar el beso estudiamos cómo llevar el toque de labios, las rodillas, que no fuera por el lado del romanticismo o sexual, sino bien coreográfico, acompañado por la música y la letra.
¿Cómo surge ser una pareja?
Ezequiel: En 2019 nos dieron ganas de presentar un laburo de pareja, no juntos, sino con una compañera mujer, pero no la encontrábamos. Los dos pensamos que, para llevar un proyecto de esta manera, necesitás convivir con la otra persona. Nos dimos cuenta de que nosotros siempre hemos estado juntos, entonces dijimos “¿Por qué no entre nosotros?”. Tomamos la idea y empezamos a elaborarla. Así fuimos la primera pareja en romper con el estereotipo de pareja del mismo sexo.
¿Qué desafíos les implicó?
F: Hay un trabajo intelectual de cómo ir llevando esta pareja de hombres, que no es lo mismo al momento de ensayar y realizar una acción con una mujer, pensando en el folklore y su conquista. Hubo ensayos incómodos en cuanto a la investigación y exploración de cómo encarar el trabajo.
E: Al principio la duda era qué proponer, la mayoría de las letras y los poemas están dedicados a la mujer. Entonces, tratamos de encontrar un lenguaje, un código entre los dos que, hoy en día, puede servir como ejemplo para otros.
¿Qué aportes hacen?
F: Nos planteamos no ser diferentes solo por ser dos varones bailando, sino construir una identidad que distinga a la pareja. Es un proceso, seguimos investigándonos, corrigiéndonos. Ojalá seamos referentes de otras parejas que se animen, no solo del mismo sexo, sino alguna que pueda invertir esos roles de varón-mujer.
E: La técnica de estilización folklórica tuvo una evolución muy grande. Queremos trabajar para que el folklore tenga un peso dentro de la danza en general. Poder ir más allá de mostrar a un gaucho y a una paisana, traer esta danza al contexto social y político actual, tomar mensajes o sensaciones, y utilizar el escenario como medio de comunicación, plasmarlo y llevarlo a la escena. Que el espectador pueda conmoverse, repensarse, incomodarse, que no sea solo mirar algo bonito, aplaudir y olvidarse.
Tienen formación en clásico y contemporáneo, ¿por qué el folklore?
F: Somos bailarines folklóricos porque la pasión está en la tradición misma, en lo histórico, lo arraigado, la identidad cultural del país. Por eso, en esto del contexto social, nos apasiona pensar cómo renovar la danza folklórica al ahora, hacerla evolucionar.
E: Así como es de conservadora la escena, si el destino nos trajo acá es por algo. Es un lugar que me encanta, pero tiene estas paredes, entonces voy a hacer algo desde mi lugar como bailarín para poder abrirlas. Por eso insistimos, amamos el folklore, su música, su danza, sus costumbres. Tenemos esa misión y vamos a seguir.
CAFÉ CON MATE
Durante la videollamada, el mate va y viene entre los hermanos. “Lo tomamos como venga, pero esta mañana estaba para mate dulce”, dicen. El café también es parte de sus rutinas: “Después de un ensayo o de una función pasamos por un cafecito. A los dos nos gusta el café cortado, mitad leche, mitad café”, cuenta Eze, y Facu agrega: “Además, somos de poner café en el mate”.
Confiesan que, a veces, por una ronda más de “verdes”, llegan tarde a sus propios ensayos. “Pero después nos quedamos hasta la madrugada”, dicen. De la misma manera, si aparece una idea, no demoran en ponerse a practicar.
*Publicado en revista Convivimos. Abril 2023.