“Cuando leí la nouvelle por primera vez me impactó muchísimo físicamente, nunca me había pasado de meterme tan adentro de la experiencia de una chica en situación de trata”, cuenta Victoria Roland sobre Le viste la cara a dios, de Gabriela Cabezón Cámara. Así, como una “necesidad visceral”, la adaptó para llevarla a escena en una propuesta teatral-performática, y asegura que fue un gran desafío. “Una de mis motivaciones era que esa voz tenía que ser dicha, quería escucharla en voz alta, eso podía tener una potencia política muy fuerte”, agrega la directora de Beya durmiente.
Asegura que la empatía con el personaje es casi inmediata, sin embargo, observa que pasan cosas distintas entre mujeres y varones. “La historia pone en la mesa un tipo de violencia que solo recibimos las mujeres. Entonces, hay una incomodidad e identificación inevitable de ellas, mientras que los varones por momentos pueden horrorizarse de lo que es capaz un hombre. Es un tema que no le es indiferente a nadie, por eso interpela”, dice.
El texto de Cabezón Cámara es una versión del clásico La bella durmiente. “Esos cuentos están en nuestro inconsciente colectivo, pero contienen concepciones del mundo que no nos detenemos a revisar. Trabajar con ese imaginario y hacerle decir cosas que interpelen al presente es tarea de los artistas, renovar los relatos, resignificarlos”.
¿Una obra que recomiendes?
Obra del demonio, en el Teatro Cervantes.
*Publicado en revista Convivimos. Abril 2023.