La productora argentina que triunfa en Broadway está cada vez más entusiasmada con trabajar en el país. Luego del éxito total con Matilda en Buenos Aires, revela que ya está creando nuevas producciones
Foto: Gentileza Gabriel Machado
Sus cinco hermanos fueron el primer elenco que armó Valentina Berger, a los 13 años. No solo preparó las coreografías y las canciones, sino que hasta alquiló una sala para la presentación. “El dueño del lugar tuvo que llamar a mi papá para que firmara”, recuerda. No sabe explicar por qué llegó al teatro y, en particular, al oficio de la producción. Es la única de su familia que se dedica a esto, y en su juventud intentó seguir otras profesiones, pero todos los caminos la conducían a Broadway.
Hoy, a los 33 años, es dueña de una carrera exitosa en la meca del teatro musical norteamericano que acaba de sellar con un premio Tony (los más importantes de la industria). Mientras, con pasos firmes se consolida en la cartelera nacional, donde acaba de lucirse montando Matilda, continúa hasta diciembre con Para mí, para vos y sigue de gira con Madres.
“Me veo como un puente entre Broadway y Buenos Aires, tengo un par de proyectos allá y me gusta mucho producir en la Argentina. Apuesto cada vez más a mi país”, dice por videollamada.
¿Por qué ser un puente?
Se dio naturalmente. Cuando me sucede algo lindo, me gusta compartirlo, soy esa amiga que pasa el dato. Esto fue lo mismo, así abrí Go Broadway, la escuela musical que manejo en Nueva York hace 13 años, con la idea de lograr que más argentinos y latinoamericanos tengan un pedacito de Broadway, hagan una experiencia grande o chica, para después volver a su país de residencia y armar industria. Me gusta conectar, siempre estoy uniendo amigos, grupos. Y obviamente se dio con mi trabajo.
¿Por qué tenés ganas de producir en la Argentina?
Es mi país, es mi idioma. El otro día estrenamos Matilda en el Gran Rex, donde vi mi primer musical a los 6 años. Me acuerdo de salir de esa obra y decir “Alguna vez voy a hacer algo en este teatro”. Es lo propio, me emocionó más eso que cualquier estreno en Broadway. También la parte humana es muy linda, conocemos cómo somos y eso no se encuentra en ningún lado. Después, hay un factor adrenalina que adoro. En Broadway todo es más perfecto, lleva más tiempo y gestión, en cambio, acá decís “Estreno en enero” y estrenás. Con poco se puede hacer mucho, y eso me encanta.
¿En el país hay público para el teatro musical?
Sí, hay que buscar contenido que interese. En este tiempo aprendí que gusta más la comedia. Por otro lado, al público le gusta ver caras conocidas, es importante tener esa cuota de popularidad. Por eso, José María Listorti fue un acierto en Matilda. Quizá hay un público más chico, pero que le gusta.
¿Qué es lo más difícil de producir?
El desafío más difícil que tengo ahora es que los actores quieran trabajar. Hay tanta competencia con las películas y series, que cuando les decís que tienen que estar de miércoles a domingo, doble los sábados, y agregar funciones los fines de semana largos, es como que se asustan. Hay que querer hacer teatro, y cada vez son menos los que quieren hacerlo como se debería. Hay muchos actores con los que me gustaría trabajar, pero que están con ese tema de disponibilidad o ganan más haciendo una serie. Todo lo demás generalmente fluye y aparece.
¿Hay que tener determinadas características de personalidad para ser una buena productora?
Sí, como en cualquier profesión. Son más los “no” que recibo en el día a día que los “sí”. Para afuera se ven todos los “sí”, pero detrás de cada proyecto hay otros diez que no salieron. Hay que ser superperseverante y mantenerse fiel a la visión de uno. Ya no me meto en proyectos porque sí, me tiene que representar algo, querer contar esa historia o un tema que me interese, y después lograr que todo el equipo tenga la misma visión que yo. También hay que ser bueno trabajando en equipo y armándolos. A veces, para que algo funcione o no, depende mucho de a quiénes ponés en cada rol, no es armar solo el elenco arriba del escenario, sino abajo. Es como ser un capitán de barco, hay que estar preparado para todas las tormentas y los imprevistos, pero poder actuar rápido y no desesperar.
Sos muy joven y exitosa, ¿cuál es tu secreto?
Soy bastante calma cuando hay momentos de crisis. Además, no le temo al “no”, como “Tal actor no va a dar bola”, “Esos derechos son imposibles” o “No se va a conseguir toda la financiación”. Si algo me mueve, confío en que todo se acomodará para que se dé, así que el “no” no me asusta.
¿Es el mejor año de tu carrera?
No hay uno mejor o peor, voy trabajando por metas. Por ejemplo, quería ganar un Tony antes de los 30 años, lo conseguí a los 32, y así. Entonces, cuando las cumplo es gratificante.
¿Cuál es tu meta hoy?
Me gustaría tener en cartelera varios proyectos en varias plazas teatrales al mismo tiempo. De a poquito casi lo estoy logrando.
CAFÉ CON VIAJE
“Viajo por el mundo con mi café, porque tomo solo Nespresso Volluto. El de la mañana es el más importante del día”, cuenta Valentina, quien no abandonó el mate por completo a pesar de vivir en los Estados Unidos, reservándolo para ámbitos laborales. Además de armar los elencos para proyectos en la Argentina, está abocada a la creación de Frida, el musical para Broadway. “Estoy trabajando con su propia familia, es fascinante. La obra tendrá contenido que nunca se escuchó, va a estar bárbaro”, comenta. También está produciendo su primera película.
*Publicada en revista Convivimos. Agosto 2023.