“Un santiagueño baila la chacarera como habla, arrastrando la erre; así como el tango parece más soberbio o agrandado, bien porteño”, dice Mariano Oliva a modo de ejemplo de lo que es ser un argentino “auténtico”. Así es el nombre del espectáculo de tango y folklore que dirige desde hace veinte años. “Tratamos de que lo que hacemos en el escenario no pierda la raíz. Manteniendo la esencia, sin volar demasiado dentro de la proyección y la fusión, tiene otra llegada al público porque hay ‘tierra’ en la propuesta y se transmite”, comenta.
Recién llegado de Egipto y Turquía, los últimos países que visitó con la compañía luego de un año de gira internacional, asegura que en el mundo conocen el 2×4, entonces sorprenden más las coreografías con boleadoras. “Es algo exótico, que nunca vieron, les representa un arte fabuloso y de mucho riesgo, los extranjeros quedan impactados”, dice, y confiesa que es una técnica muy compleja que requiere mucha coordinación para las figuras que realizan y la sonoridad que deben producir los movimientos.
Según el bailarín y coreógrafo, el tango continúa en expansión –contó quince milongas en Hong Kong–, en cambio el folklore no tiene la misma repercusión y es una “materia pendiente como país”.
¿Una obra que recomiendes?
Lord of the Dance, de Michael Flatley. A nivel nacional, las obras de Santiago “El Chúcaro” Ayala, que se pueden ver a través del Ballet Folklórico Nacional.
*Publicada en revista Convivimos. Agosto 2023.