Tenía una exitosa carrera como periodista televisivo, pero prefirió hacer un cambio de vida. Ahora se dedica a la jardinería y el paisajismo. Su historia.
FOTO: Gentileza Gerardo Viercovich
Si tuviera diez vidas, en esta soy periodista, en la otra jardinero, en la que sigue pintor; pero es una sola, con lo cual o hacés de todo o hacés lo mismo en esta. Yo me di la oportunidad de vivir varias vidas en una”, dice Juan Miceli.
Así, en sus 58 años, primero quiso ser diplomático, entonces estudió Relaciones Internacionales hasta que, por una necesidad laboral, se encontró con los medios de comunicación. Allí desarrolló una exitosa trayectoria de tres décadas conduciendo noticieros y frente a programas de investigación, entre otros. Sin embargo, un día le fue inevitable plantearse: “¿Voy a estar siempre en el periodismo o voy a hacer otra cosa?”. Después de pensarlo bastante, en 2019 cambió los estudios de televisión por los jardines.
Cuenta que el vínculo con la naturaleza lo trae desde su infancia. Creció en Necochea, donde conoció lo rural en el campo de sus primos. Después, de grande, se recibió de técnico agropecuario porque iba a conducir un programa de radio sobre el tema y “tenía que estar formado para hacerlo”.
En esta nueva faceta, además de diseñar plazas como las tres que hizo en su ciudad natal o jardines para famosos como el de Gimena Accardi y Nicolás Vázquez, está al frente de Viva la Tierra, un sitio web donde vuelca contenidos del mundo de la naturaleza, las plantas y el medioambiente. En la plataforma, que incluye redes sociales, despunta su gusto periodístico, compartiendo información y realizando entrevistas.
Aún se considera periodista, por eso es su primera presentación en Instagram. Mientras desarrolló esta profesión, integró los staff de América, Canal 13, TN, TV Pública, Infobae y La Nación+, y por su labor fue reconocido en varias oportunidades con el premio Martín Fierro.
De su trabajos como corresponsal recuerda algunos de manera especial: “A nivel internacional, las coberturas de cuando Nelson Mandela ganó en Sudáfrica, cuando llegaron los restos del Che Guevara a Cuba, las elecciones en EE.UU, en el Líbano en situación de guerra –terrible y peligroso–, el velatorio de Lady Di, el asesinato de Versace en Miami, Pinochet en Londres”, repasa. En cuanto a las nacionales, cubrir los atentados a la embajada de Israel y la AMIA fue lo más difícil.
¿La del periodismo no es una etapa cerrada?
Periodista voy a ser un poco siempre. Me encanta la profesión y trabajé durante treinta años. Incluso ahora en mis redes hago un poco de periodismo comunicando cosas, pero si bien no descarto el periodismo informativo, hoy no me entusiasma. Estoy al tanto de lo que pasa en el país, obviamente, pero no creo que vuelva a trabajar en un noticiero como lo hice tantos años.
¿Te cansó esa diaria?
El paso del tiempo te va marcando qué podés hacer y qué no, es decir, tengo tantos años, me queda tanto tiempo, qué hago con él. Entonces, en un momento pensé: “¿Voy a seguir haciendo esto toda mi vida o lo que me quede de vida voy a hacer otras cosas?”. Esa fue la decisión. Soy de hacer esos números con el tiempo, no voy sin darme cuenta del paso de los meses, los años; entonces tengo muy presente que los días pasan y veo cómo los vivo, planifico lo más que puedo mi tiempo, porque sé que es finito, escaso y transcurre rápido.
¿Qué te gusta del periodismo?
Lo más maravilloso del periodismo es que sos testigo de hechos históricos. Como hacía bastante internacionales, me tocó viajar a lugares y presenciar hechos que quedaron en las enciclopedias. Esa es una gran ventaja que tiene un periodista, uno va en representación de un medio, que te permite estar en un lugar donde no cualquier persona puede estar. Tu credencial te permite acceder a momentos y a conocer gente que son parte de la historia, eso es un privilegio.
Entre otras coberturas difíciles, estuviste en el atentando a la AMIA, ¿cómo se logra un trabajo serio y profesional en situaciones así?
La clave de todo es ser honesto profesionalmente. Quebrarse en una cobertura porque es muy trágica es parte de esa honestidad. Lo importante es ser honesto con la información, si lo que ves son tres personas, no hables de cien para que sea más grande la noticia, eso es lo que te hace una persona coherente a lo largo de tu carrera y la vida. Esa honestidad tiene que estar independientemente de los intereses propios o del medio, hay que contar las cosas tal cual son, ese es el denominador común para todas las coberturas. Para mí el contrato era con el público, más allá del medio en el que trabajaba. Soy testigo y le cuento a la gente qué estoy viendo. No es tan complicado tampoco.
¿Actualmente ves esa honestidad periodística?
No, me parece que hay muchos intereses cruzados ahora. La grieta hace que haya bandos, y eso no es bueno para la profesión. Ganó lo partidario. Está pasando en todo el mundo, hasta en la CNN.
Volviste a la televisión en el reality El hotel de los famosos como coach de jardinería, ¿cómo fue el regreso, extrañabas?
No es que extrañara, la fama es una consecuencia, no la busqué. Si estás en la tele, la gente te conoce. Me pareció una oportunidad valiosa que en un reality, que en general suelen ser bastante banales, le dieran lugar a la jardinería. Valioso que en un programa superficial hubiera unos minutos dedicados al tema, una propuesta superadora con contenidos que dejaran algo más que la competencia entre los participantes.
¿La jardinería y el periodismo tienen algo en común?
No lo veo. La jardinería es un intento de domesticar la naturaleza medio en vano, porque no lo vamos a lograr, puede ser por un tiempo determinado, pero por suerte la naturaleza termina ganando. Afortunadamente, ahora cambió el concepto, antes era una práctica pensada en el beneficio y placer de la gente, el jardín al servicio de las personas. Ahora, el jardín no es para uno, sino que se trata de convivir con él y dejarlo que se manifieste. Por eso no me gustan los jardines impecables y ordenados, porque es como un sometimiento para el placer del ojo del dueño. Esta noción de convivencia con las plantas, las aves y los insectos me parece más interesante que la idea de jardín domesticado. No encuentro puntos en común, la naturaleza es espontánea. Sí me gusta contar sobre naturaleza, de botánica sobre todo. Pero no encuentro eco en los medios, en la agenda no hay lugar para esta actividad, aunque sí para otras totalmente irrelevantes.
“Me tocó viajar a lugares y presenciar hechos que quedaron en las enciclopedias”.
¿Y vos sos parecido al momento de desarrollar cada actividad?
Soy bastante riguroso, soy de los que se levanta a ordenar algo que quedó torcido. Necesito cumplir los objetivos. Cuando era periodista, si tenía que preparar algo leía todo lo que podía, con responsabilidad. Con esto que hago ahora, también. Trato de no hacer las cosas a medias. A veces no sale, pero el intento está. Me cuesta no completar las acciones diarias.
¿Tenés otra pasión?
La astronomía siempre me gustó, desde chico. No sé de dónde vino. Me acuerdo de ver la llegada del hombre a la luna, me impactó la serie Cosmos y ahí me conecté mucho con el tema. Visité la NASA varias veces. Leo mucho, me encanta, me parece fascinante. A la noche me quedo mirando la luna o las estrellas con el telescopio.
¿Podría ser parte de una próxima etapa o te quedás con la jardinería?
Esta es mi opción y elección por mucho tiempo. Lo lindo de la jardinería es que, además de un trabajo, también es una actividad para toda la vida. Me veo de más grande haciéndolo. Con un jardín nunca perdés el tiempo, siempre hay alguna cosita para hacer, vas viendo el cambio de las estaciones, el paso del tiempo. Para la adultez es una actividad muy linda, porque te conecta, es muy agradable.
¿Qué título le pondrías a tu vida?
Siempre descubriendo. Un poco mi vida es eso.
PING-PONG
Una flor: cosmos.
Un árbol: jacarandá.
Un pájaro: jilguero.
Un insecto: mariposa monarca.
Una palabra: vida.
*Publicada en revista Convivimos. Septiembre 2023.