“LLEGUÉ AL CINE PARA QUEDARME”. MAGUI BRAVI

La bailarina hizo un giro completo en su carrera, se encontró a gusto en el cine y ahora, como actriz, tiene la agenda completa de proyectos audiovisuales. 

Foto: Angie Monasterio

La vida de Magui Bravi cambió de un día para el otro. Una tarde iba de regreso a su casa y a la noche siguiente salía en vivo por uno de los programas más vistos de la Argentina. Para entrar en el Soñando por bailar 2 renunció a su trabajo de azafata, sabiendo que no podría regresar a su puesto, y así en 2012 cambió los pasillos de un avión por los de la televisión. “Me la jugué toda, dije ‘Lo gano o lo gano’. Después del Bailando fue otra vida, se abrieron un montón de oportunidades”, le cuenta a Convivimos la campeona del reality.

Hoy, dice que con la bailarina se dio todos los gustos, y que incluso le abrió las puertas primero del teatro y luego del cine. La primera película la filmó en 2017, y desde entonces participó en diez proyectos, la mayoría dentro del cine de terror. “Estoy muy contenta, viene siendo un año hermoso. Terminé de grabar dos series, en julio tuve dos rodajes y en septiembre arranca otro”, comenta quien a los 13 años formaba parte del Ballet del Teatro Argentino de La Plata.

¿Llegaste al cine para quedarte? 

Sí, llegué para quedarme, si fuera por mí, para siempre. Venía del teatro, que es un mundo distinto, de mucha repetición, lo que hace que le pierdas un poquito el gusto al personaje. En cambio, el cine empieza y termina, entonces lo das todo en ese momento, porque es una sola vez. Cada personaje vive en el momento del set o cuando te llega el guion, y le vas encontrando su magia, eso es espectacular, porque es vivir un montón de vidas.

¿Qué aprendiste del oficio en los rodajes? 

Aprendí mucho a “exprimir” a mi compañero. Lo más rico y que me hace crecer es laburar con el otro actor, escucharlo, repasar la escena, ver lo que hace, su preparación, lo que tiene para proponerme.

¿Cómo es el detrás de escena de una película de terror?

Aunque parezca seria, yo me la paso jodiendo. Termina una escena retrágica con muertes, dicen “corte” y hago un chiste, es mi forma de ser. En las películas de terror, si no estás muy concentrado cuando dicen “acción”, es muy difícil llegar a los lugares que te piden. Nos divertimos mucho, llegás a la comedia en dos segundos, si no, es imposible.

¿Tenés ganas de explorar otros géneros? 

Totalmente, no me caso con ninguno. He hecho terror, comedia, policial, me han llamado ahora para hacer acción. Está buenísimo explorar todo, un drama me gustaría alguna vez…

En 2019 le decías a Convivimos que tu meta era un protagónico, ¿hoy cuál es? 

¡Qué lindo! ¡Han llegado algunos protagónicos! La meta es seguir manteniéndome estable en el mundo del cine. No apunto a un protagónico sí o sí, no importa si el papel es chiquito, lo fundamental es seguir haciendo cosas que me sumen, trabajar con gente con la que no había trabajado. Le saco el jugo, porque la idea es no parar. Por eso no soy tan exigente, la exigencia viene después conmigo misma, aunque tenga dos frases.

¿Sos muy exigente?

Soy así en todos los aspectos de mi vida. Soy demasiado perfeccionista, nunca siento que está bien, son pocas las veces que digo “No podría haber salido mejor”, siempre encuentro algún detalle. Eso tiene que ver con la bailarina, pero más allá de la exigencia, lo disfruto igual. Es mi forma de ser, me conozco así y de esa manera disfruto de las cosas.

¿Qué otras características te definen?

Soy perfeccionista y a la vez muy desordenada. Me gusta todo acomodado, pero soy un caos, en el momento de hacer tiro todo, tengo esa dualidad. Además, soy muy insistente, todo lo que logré fue por insistir. En los mejores proyectos que hice siempre primero tuve un no, pero volví a probar. También soy muy soñadora, todos podemos lograr lo que nos proponemos, pero las posibilidades hay que buscarlas, nunca te golpean la puerta y nada se da como lo planificás.

¿La vocación de actriz estuvo siempre? 

Cuando bailaba, también estudiaba actuación, siempre fue a la par. Las puertas siempre se abrieron más a la bailarina, de hecho me costó bastante el pase. Era consciente de que el cuerpo de la bailarina no es para siempre y que bailar de una manera con una técnica muy de avanzada tampoco. Además, tenía ganas de hacer otras cosas y realmente estaba buscando que me dieran oportunidades como actriz. Obvio que los primeros papeles tenían la parte en que debía bailar, pero después se fue disipando. No quería que la bailarina durara para siempre y fuera lo único, quería encontrar otra puerta donde hubiera muchos cuerpos, muchas caras, muchos movimientos, muchas posturas. Es otra búsqueda, siempre estuve buscando el cuerpo que acompañe a la danza, ahora es diferente, está bueno por ese lado.

CAFÉ CON ACCIÓN

Magui es más del mate, pero si toma café es una lágrima descafeinada para evitar problemas con el sueño.

Abandonó las clases de danza, solo entrena con un método que fusiona fitness y ballet. Sí continúa formándose en actuación, lo último fue un curso para escenas de acción: “Cómo agarrar un arma, cómo hacer las peleas”, explica.

Vive con su novio y Roma, una perra rescatada de diez años. “No duerme en el sillón, pero la supermalcrío. Hoy es mi hija hasta que lleguen los hijos”, confiesa.

cafe con magui bravi

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

*Publicada en revista Convivimos. Agosto 2022.