“Lo que hacemos es un servicio a la humanidad”. El Cuarteto del amor

Lookeados  como en la década del ‘30, regalan serenatas por las calles de Córdoba y el mundo. En el mes de los enamorados, conversamos con estos jóvenes y talentosos músicos, que, con cada melodía, reparten alegría.

Por Daiana García Cueto   Foto  Cecilia Casenave

Como si fueran los Cuatro Fantásticos de los cómics, su paso alerta a peatones y conductores. Algunos quieren interactuar y ser parte del acontecimiento, otros se limitan a seguir su camino con sonrisas de distintos tamaños. No tienen súperpoderes, y, mucho menos, trajes de superhéroes. Son cuatro jóvenes que hacen de las canciones de amor su mejor fuerza para luchar contra los males de la sociedad moderna. Son El Cuarteto del Amor.

Mientras usted lee estas líneas, Nash Call (29), Rodrigo Sandoval (26), Jorge Hunicken (25) y Federico Bellini (24) están recorriendo Colombia con la “Encantada Gira del Amor”. Tocan ukelele, maracas y toc-toc, flauta traversa y guitarra, respectivamente. La voz principal es de Rodrigo, aunque todos hacen uso de la suya como instrumento para regalar boleros, swings y valses. Lo de obsequiar es literal, no cobran ni pasan la gorra cuando las serenatas son en espacios públicos. “La gente no puede creer que cantemos en la calle y no sea por plata”, cuenta Nash.

“Con su sonrisa comemos toda la semana”, repiten como principio inquebrantable de cuidar la calle como el escenario principal. La peatonal de la ciudad de Córdoba los vio nacer hace cuatro años, luego de que Andrés Lazzarof -el fundador- soñara que caminaba sobre adoquines y entraba en recovecos con luz a cantar mensajes de amor. Lo acompañaban tres personas y estaban vestidos como si fueran los años ’30. Ese mundo onírico se hizo realidad y hoy existen no una, sino dos bandas. La otra está en Uruguay, donde nació Lazzarof, y los miembros de ambos países van rotando de acuerdo a las necesidades. “Mientras que no quede un hueco, si hace falta un jugador, somos solidarios”, dice Rodrigo.

¿Por qué eligen las calles como escenario?

Rodrigo: Queremos encantar a la vida, seguir enamorándonos, estar ale-gres. A veces se viene turbulento y hay que estar contentos.

Nash: También, una canción de dos minutos a la gente puede alegrarle el día.

R: Lo que hacemos es algo simple, pero sirve. Es un servicio a la humanidad. El Cuarteto del Amor es un trabajo social más que una banda. Un servicio público.

¿Por qué el amor como trasmisor de la alegría? 

R: Además de un sentimiento, es una energía constructiva. Es el motor del universo. El universo es un auto y el amor, el motor. No solo el de pareja.

N: Una actitud también.

Jorge: Agrega ese tinte de magia a la vida. El condimento que hace que uno se levante y tenga ganas de disfrutar.

¿Qué le dio la peatonal al Cuarteto?

J: La espontaneidad, es algo que no se espera, porque el lugar no está culturalmente asociado a eso de que haya un espectáculo artístico.

N: De hecho, le llamamos intervención. Porque intervenimos la vida cotidiana e irrumpimos en la calle.

R: ¡Nos gusta tanto la calle! Lo importante es la sorpresa, la espontaneidad, y el hecho de que haya arte en la calle. Córdoba estaba bastante dormida, se ha despertado un poco en el último tiempo, esperemos que no se estanque. Desde que existe El Cuarteto, se incentivó un poco el arte en la calle. Lo que tenemos de distinto es que no vamos por cualquier barrio, a uno cheto y a otro carenciado, y no recibimos dinero por cantar. La gente no lo entiende, les parece algo utópico y, para nosotros, es muy natural. La otra cosa que tiene la calle es la proximidad. Les cantamos muy cerquita y no están acostumbrados a que te miren a los ojos, te canten, y te digan “no sé quién sos, pero te lo regalo”. Es una suerte de militancia, de realmente alegrar los corazones de la gente, de enamorarlos. Después le damos la tarjetita con los datos y te llaman para contratarnos.

J: Además, incluye al espectador, es uno más de lo que está pasando.

Federico: Es personal, es el protagonista.

¿Cuáles son las reacciones? 

F: Es una sorpresa, hay gente que se lo espera para bien, y otros, a veces, no están en un buen momento, están mal, colgados en su submundo, y de repente cuatro locos insistentes te cantan, te están mirando y cada vez se acercan más, es inevitable que en algún momento te rías. Le cantamos desde a los más chiquitos hasta a los más ancianos; en ese espectro de edades, hay un montón de reacciones. Los nenes a veces se asustan, porque nosotros somos re inquietos.

N: El amor también despierta respeto. Entonces siempre es recibido bien, porque el respeto es vital.

F: La gente que en su vida tuvo más posibilidades de ver arte y de pagar por el arte, no se sorprende tanto como el que no la tuvo.

En el repertorio incluyen temas propios, ¿es una necesidad compositiva o los clásicos del amor ya no hablan del amor como es hoy? 

R: Hay una necesidad compositiva, porque todos necesitamos plasmar las ideas, pero, al mismo tiempo, se ha criticado mucho lo romántico como patriarcal. Por ejemplo, “La mariposa consentida” puede hacer enojar mucho a una militante feminista. Estamos tratando de limpiarnos, porque somos todos hijos del patriarcado, todavía tenemos enquistadas nuestras cosas machistas. De hecho, cada vez les cantamos más a hombres, gays, heterosexuales, a todo el mundo. Cantamos un poquito más a la mujer, pero como un homenaje por tantos años de maltratos en la sociedad. No le cantamos “serás sola-mente mía y solo mía”, le cantamos que es hermosa, a su sonrisa, sus ojos. Entonces, los arreglos y melodías son clásicos, pero tratamos de abrirnos.

¿Cómo es el trabajo en grupo? 

R: Más que una banda somos una organización. Somos 16 personas aproximadamente. Hay muchos mensajeros del amor. En Uruguay y Córdoba estamos más full time, todos los días, todo el tiempo. Valoramos mucho el trabajo colectivo.

F: Va más allá de los integrantes. Somos canales.

CAFÉ CONTENTO

Nash elije un café fuerte con una de azúcar, Jorge pide uno cargado con un cigarro armado, Rodri café con Baylis, y Fede tiene su “paso a paso”: tres cucharadas de café, tres de azúcar y muy batido -mejor si es con soda- hasta que quede blanco, y después un poco de crema. El Cuarteto es imparable, allá van, tocando y cantando: “Estoy contento otra vez, sonrío de nuevo”.

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*Publicado en Revista Convivimos. Febrero 2016.